Barcelona
España de pura raza
De las grandes selecciones europeas, es la única en la que no hay presencia de jugadores de origen extranjero. ¿Cuál es el motivo?
Al padre de Vicente Engonga le llamaban «el negro». Llamaba mucho la atención ver jugar a un futbolistas de color en el Torrelavega a finales de los 50. Llegó de Guinea Ecuatorial e hizo una pequeña carrera por Cantabria. Contagió su pasión al fútbol a sus tres hijos. Uno de ellos, Vicente Engonga, que estuvo en el Mallorca, en el Valladolid, Valencia y Oviedo, jugó, además, con la selección española. «Yo he nacido en España y elegí jugar con España», dice Engonga, que después ha sido entrenador de la selección de Guinea Ecuatorial, donde también decidió jugar su hermano. Engonga es un caso extraordinario en el equipo nacional. El conjunto campeón del mundo presume de agrupar a futbolistas nacidos en cualquier lugar de España –faltaría más–, desde el pueblo de Albacete de Iniesta hasta Tenerife, con Pedro pasando por Tarrasa, de donde es Xavi, o Navarra. Por eso la selección ha sido utilizada como ejemplo, como si algo, al fin, hubiese logrado representar a toda España, y unirla por encima de otros discursos o intereses particulares. Pero al hacer esos cálculos, no se cuenta con un 12,2 por ciento de la población, los 5.708.940 extranjeros censados, que son inmigrantes, que viven en España y que no tienen con quién identificarse cuando ven al equipo de Del Bosque. Senna, que ganó la Eurocopa con la selección hace dos años, era un futbolista brasileño, con la familia en Brasil y que se nacionalizó español. Con él comienzan las raíces españolas, pero ni su cultura ni su educación son de aquí.Un par de generacionesEngonga es un caso aislado y, por ahora parece que irrepetible en la selección española. Su padre fue un pionero que se encontró con la expectación de la gente ante lo distinto. Él es ya la segunda generación. No ha habido nada igual. «En España no podemos hablar aún de segundas y terceras generaciones. Sólo de una primera generación que ha llegado por motivaciones económicas y de trabajo. Serían estas segundas generaciones, los hijos de estos inmigrantes que están ya en nuestro país, y educados en colegios españoles, socializados en nuestra sociedad, con educación deportiva, los que pudieran formar parte en un futuro de la selección española de fútbol o de cualquier otro deporte», cuenta Concha Fernández Díez, socióloga encargada del área de inmigración del Colegio de Ciencias Políticas y Sociología.Frente a Alemania, que se presenta con jugadores de origen turco o africanos; Francia, que se pregunta (ahora, y no cuando fue campeona del mundo) por cómo sienten la camiseta los futbolistas con orígenes extranjeros; Estados Unidos, donde los hispanos casi han sido los que han enseñado a jugar al fútbol; Holanda, que siempre ha sido un mezcla más o menos bien llevada o Suiza, que casi tiene que llevar un traductor, España ha ganado el Mundial con gente de aquí, y como diría la máxima, de toda la vida. Futbolistas que son, como se podía leer en «Il Corriere», tras la victoria, «iconos del español eterno: bajito, moreno, oscuro y pobre». Aunque sería discutible parte del tópico, está claro que la selección presume de sus bajitos. Esa desventaja en centímetros ha propiciado un estilo de juego. Futbolistas con otras características, jugarían de otra forma: «En España se ha apostado por un producto nacional. Lo máximo que se ha hecho aquí ha sido nacionalizar a extranjeros que tenían nivel. Pero se apuesta por lo de casa, y esa diferencia hace que juguemos como juguemos –explica Engoga–. Es nuestra identidad futbolística. Puede que con la llegada de deportistas con otros orígenes y otro físico, España jugase distinto. No es malo. Alemania juega de otro modo, más técnica cuando su selección se ha abierto a inmigrantes».En las canteras de los clubes españoles sospechan que tendrán que pasar un par de generaciones para que eso ocurra en España. Pero no dudan de que sucederá: en los últimos años están llegando jugadores con orígenes lejanos. En La Masía, hasta hace cinco años el 60 por ciento de los futbolistas era catalanes y el 40 restante de otras comunidades de España. Ahora, cuenta el director Carles Folguera, casi el 35 por ciento tiene raíces extranjeras. La inmigración futbolística, hasta hace poco, era suramericana, durante los últimos años se han ido sumando niños que llegan de África. Son deportistas poderosos físicamente que, en edades pequeñas, superan a otros niños de su edad, pero a los que les falta refinamiento técnico. Hablan perfectamente español y se educan en España. Llegan de África, Nigeria, Senegal o Ghana. Thiago o Nsué, españolesEn el Madrid juega Mohamed Kamal Abdeselam; Nsué empezó en el Mallorca y Antwi Godwin, que nació en Ghana, ya ha vestido la camiseta de la selección española, pero en las categorías inferiores. El caso más claro de este tipo de inmigración son los hijos del brasileño Mazinho, que jugó en el Valencia y el Celta y fue campeón del mundo con el equipo de su país. Thiago y Rafa Alcántara, que son las jóvenes promesas del fútbol español. Thiago tiene padre brasileño, nació en Italia, cuando su padre jugaba en la Fiorentina y se ha educado en España. Él se siente español y piensa que en el futuro podría jugar con el equipo nacional.Un caso peculiar y cercano es Jonás Ramalho, que está haciendo la pretemporada con el Athletic. Jonás es hijo de un angoleño y una vizcaína y ha crecido en Lezama. Jonás Ramalho Chimeno es negro. «Nosotros seguimos a varios jugadores», explica Iñaqui Sáez, que fue el director deportivo de la selección española antes de jubilarse, «Ramalho, que ha jugado con la selección sub'17, es uno de ellos, también está Jeffren, de padre venezolano, que juega en el Barcelona. Están por llegar. Quizá lo que ha pasado hasta ahora es que no han dado el nivel. Nosotros sólo miramos una cosa: ¡qué jueguen bien al fútbol!»Las canteras del fútbol español, Lezama, La Masía o la Ciudad del Real Madrid, son un ejemplo de cómo encontrar futuros «crack» en cualquier lado. El sistema lo ha adoptado la Federación Española de Fútbol. Se buscan niños jóvenes con talento en cualquier campo de España y del mundo. Lo mejor para un «scouter» es pasar inadvertido, que los niños no se sientan observados y jueguen con naturalidad. Se fijan en los mejores: en el caso de los clubes los fichan para ver si nace una estrella. En el caso de la selección, lo primero que miran es su nacionalidad: si podría jugar con España. A Messi le vieron. Era un niño cuando llegó aquí y podía haber jugado con la selección española, podía ser ahora campeón del mundo. Le preguntaron: eligió Argentina. Los futbolistas con padres inmigrantes tiene la opción de elegir el país al que van a representar. Engonga jugó con la selección española, su hermano con Guinea Ecuatorial. «No es sencillo elegir el país con el que vas a jugar. Tienen que ver los sentimientos, pero también las posibilidades de la selección que vas a elegir. A veces importan más las posibilidades futbolísticas de cada selección», explica Engonga. También que haya sitio o no en la selección para ti. En el Mundial de Suráfrica se ha vivido un hecho excepcional: los hermanos Boateng se enfrentaron cada uno con una selección. El bueno jugó con Alemania; el que no tuvo sitio en el equipo germano, jugó con Ghana.Italia, como EspañaEl nivel actual de España la hace apetecible a los niños que están empezando a jugar al fútbol. Según vayan creciendo, y si son buenos, España podrá ir pareciéndose a casi todos sus vecinos europeos y tener una selección integradora. Ahora mismo, sólo se asemeja a Italia que, como España, es un país que ha cerrado su selección: «En el caso de Suiza, Alemania, Holanda, han recibido inmigrantes tras la Segunda Guerra mundial, con lo que hay segundas y terceras generaciones que han nacido, se han socializado ya en estos países y esto no pasa en España e Italia, países del sur de Europa con condiciones económicas más precarias hasta hace poco. Desde su adhesión a la Unión Europea han empezado a despegar económicamente y por tanto a recibir población inmigrante en busca de un futuro mejor. En un par de décadas, habrá también en estos países segundas y terceras generaciones», explica Concha Fernández. Entonces veremos cómo las televisiones recogen las celebraciones de una selección española campeona del mundo no en Fuentealbilla, sino en algún pequeño pueblo de África. Carlos bocanegra (EE UU)El capitán de la selección de Estados Unidos es hijo de una estadounidense y de un mexicano. Son cinco los latinos que formaron parte del equipo estadounidense. El fútbol todavía es un deporte extraño en el país norteamericano y han sido los inmigrantes quienes más lo han jugado.42 millones de población hispana, sobre casi 300 millones de habitantes son una fuera emergente a la que hay que tener en cuenta. Arizona es el ejemplo de la polémica que levanta la inmigración.Eric abidal (Francia)Eric Abidal es un clásico de la selección francesa y un ejemplo de la integración de los inmigrantes en el equipo nacional. Abidal nació en Francia, en Lyon, pero es de ascendencia martinica. El papel del equipo en el último Mundial ha hecho que el país se replantee cómo ha ido la integración «Black, blanc, beur», «negro» en inglés, «blanco» en francés y «beur», como llaman a los emigrantes del norte de África, era el lema de 1998. Eran pocos los futbolistas con abuelos franceses.Defoe (Inglaterra)Jermain Defoe nació en Londres, pero tiene ascendencia dominiquense y santaluisense, vio cómo su hermanastro, un rapero conocido, era asesinado en Inglaterra. Reino Unido estudia cada cierto tiempo su política de inmigración. Siempre ha sido un país receptivo. De habla inglesa y asiáticos han sido, tradicionalmente, los inmigrantes que han llegado a las islas y es habitual ver a jugadores negros en la selección nacional. Aunque eso tampoco la ha llevado al éxito.Van Bronckhorst (Holanda)Giovanni van Bronckhorst es un veterano de la selección holandesa y como sus rasgos dejan entrever, su ascendencia es extranjera: su padre es de Indonesia y su madre de las Islas Moluca. Todavía no está claro si el futbolista nació en Holanda.De Surinam, la Guayana holandesa, han llegado muchos futbolistas históricos a la selección holandesa, como Gullit. La finalista del Mundial ha abierto más sus puertas y jugó con marroquíes, latinos, antillanos. Y así casi gana el campeonato.K. Price boateng (Ghana)Kevin Price dice que se siente africano, aunque hasta hace poco no hubiese pisado la tierra de la que está tan orgulloso. Indisciplinado y extravagante, dicen que es más bocazas que buen futbolista, aunque en el mundial logró el éxito de llegar con Ghana a cuartos.Hermanos de distinta selección, la relación entre ambos ha pasado por varias etapas. La última, antes de enfrentarse en Suráfrica, era la fase de llevarse mal y no hablarse.Jerome Boateng (Alemania)Jerome es el chico bueno de la familia, que se ha adaptado al país que le vio nacer y no siente la llamada de sus raíces. Ha formado parte de una selección ejemplar, en la que la máxima figura ha sido un futbolista de origen turco, como es Ozil.8, 3 millones de alemanes son de origen extranjero y hay que añadir otros 7 millones de extranjeros que viven en Alemania. La gran mayoría son turcos y europeos del este.Gelson Fernandes (Suiza)Gelson Fernandes nació en Cabo Verde, a los cinco años llegó a Suiza y es el delantero de la selección. Fue el futbolista que marcó el tanto a España en el primer partido en el Mundial. Habla siete idiomas.Un ejemplo multicultural. En el Mundial de Suráfrica con Suiza jugaron los kosovares Behrami, Bunjaku y Shaqiri, el congoleño Nkufo y el caboverdiano Fernandes. Suiza siempre ha sido un país receptor de inmigrantes debido a su céntrica situación en el continente europeo.
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