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Los espíritus obsesivos por Antonio PUENTE

La Razón
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Acaso, ha sido un contubernio entre su formación como matemático y el aquelarre de espíritus obsesivos que pueblan a «El escritor y sus fantasmas» que haya muerto justo en sábado, haciendo honor a su nombre de pila, y casi centenario. Hay escritores que, de un modo peculiar, se convierten en personajes de su propia ficción, y ése es el caso de Sabato, un modelo casi en extinción de escritor «comprometido», más próximo a la rebeldía individual de un Camus que a la adscripición ferroviaria de un Sartre.
«Deshollinador de los infiernos», como se le ha llamado, el descenso a las alcantarillas de la historia, para escrutar desde ahí las aguas residuales de la conciencia, aprisionadas por el poder, ha sido su cometido literario. Y es, curiosamente, en sus principales títulos de ficción donde Sabato alcanza su auténtica dimensión ética. Como ha manifestado él mismo, «la crisis del hombre contemporáneo se refleja, sobre todo, en la novelística, que sigue siendo el medio más adecuado para rescatar al hombre de una civilizacion abstracta que lo ha escindido». No por nada, Sabato habla de escisión. En realidad, Ernesto Sabato Cavalcanti, como se llamaba, era en un principio el nombre del hermano y que falleció unos días antes de su nacimiento. El científico descubre sus fantasmas y continúa la sucesión de huídas, en el pueblo pampeano, con el nombre de Ernesto Sabato, su hermano anterior.


Antonio Puente