Pekín
Las autoridades ceden de nuevo ante una protesta popular en China
El desastre medioambiental en el que se han convertido China tras tres décadas de desarrollo ha provocado esta semana una nueva protesta masiva, una revuelta que las autoridades intentaron zanjar ayer cediendo a las exigencias de los manifestantes.
Esta vez fueron los vecinos de Shifang, una ciudad de tamaño medio de la región de Sichuan, quienes se lanzaron a las calles para exigir que el gobierno local frenase la construcción de una fábrica de aleación de cobre, considerada altamente contaminante.
Las protestas comenzaron el domingo, cuando cientos de estudiantes expresaron públicamente su rechazo al proyecto. Según denunciaban, la presencia de metales pesados contaminaría la tierra y el agua de toda la zona. Después, y gracias al tirón de las redes sociales, se les unieron miles de personas de todos los estratos sociales.
Las protestas se tornaron violentas el lunes, cuando las autoridades emplearon a la policía antidisturbios. Desde entonces se sucedieron los destrozos y la ciudad se convirtió en escenario de escaramuzas. Ayer, y después de que al menos 13 personas resultasen heridas de
gravedad en los choques, las autoridades accedieron a suspender la construcción de la planta.
A pesar de las promesas, el vandalismo y los enfrentamientos con la policía continuaban ayer en las calles de Shifang. Mientras llamaban al "diálogo", las autoridades amenazaban a los "incitadores"y prometían severos castigos contra quienes continúen organizando y participando en "concentraciones ilegales, marchas de protesta, actos vandálicos, destrozos y saqueos".
Las manifestaciones son cada vez más frecuentes en toda China. Se calcula que cada cuatro minutos se produce una nueva protesta popular.
La mayoría de ellas están relacionadas con temas muy concretos y despegados de las ideologías políticas. Se trata de asuntos como las expropiaciones de tierras, las injusticias laborales o los citados asuntos medioambientales.
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