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Kultura borroka

La Razón
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El jerarca nazi Hermann Goering repetía la balandronada de que cada vez que escuchaba la palabra cultura sacaba su revólver, aunque, a la postre, era un compulsivo coleccionista de arte robado. Cualquier etarra con capucha o de paisano podría decir lo mismo y la designación de San Sebastián como Capital Europea de la Cultura en 2016 adquiere una simbología monstruosa cuando Donostia y buena parte del poder político de Guipúzcoa ha pasado a manos de Bildu, agente comercial y administración única de treinta años de terrorismo criminal. Es como hacer de la obra del Marqués de Sade centro de reflexión intelectual sobre el amor fraterno. El sindicato político de ETA utilizará el evento para propagar que el País Vasco permanece hollado desde el fondo de los tiempos por la horda española, con su cultura y su lengua mancilladas y los europeos, que confunden la ikurriña con la bandera inglesa, creerán que las vascongadas son como Irlanda, sometida a las bayonetas británicas. La ministra González-Sinde y casi la mitad de jurados nombrados por ella, han puesto el foco sobre el primer acto de un proyecto de la independencia vasca, ya sobre suelo real, con mucho «chau-chau» sobre la conveniencia pero con las pistolas en las sobaqueras. Este fasto cultural será euskaldún, separatista, cínico y falso, y las víctimas no podrán exhibir un panel con las fotos de 900 asesinados porque no es cultura ni memoria histórica. Este brindis al sol es otro regalo de despedida de Rodríguez Zapatero, que se va sembrando minas. Aprovecharán para recordar a toda Europa que les hemos robado el «Guernika».