Historia
Los papeles del presidente
Pese a lo que se dice, no fue el Estado el que recuperó los papeles de Niceto Alcalá-Zamora. Me cuesta entender cómo un Gobierno que se vanagloria de recuperar la historia de la Segunda República a través la ley de Memoria Histórica, puede humillar de tal modo a su primer presidente, Niceto Alcalá-Zamora. Cómo es posible que cargos públicos mientan y sean tan canallas de filtrar información a sus medios afines, contraviniendo los deseos que Alcalá Zamora.
Me veo en la obligación de explicar quién y cómo se recuperaron sus memorias. A raíz de una entrevista que me hizo César Vidal con motivo de mi último libro, se puso en contacto conmigo un individuo que decía tener todos los papeles personales del insigne político. Los manuscritos habían sido robados de las cajas fuertes donde Alcalá-Zamora los había depositado en el año 1937. Se supo que fueron trasladados con el Gobierno provisional a Valencia durante la Guerra Civil y allí, tras la finalización de la contienda, desaparecieron hasta hoy.
Hacer justicia
Se me presentó un dilema moral: podía comprarlos y ganar mucho dinero, pero tres razones me lo impedían. José Alcalá-Zamora Queipo de Llano, Académico Numerario de la Real Academia de la Historia, era amigo personal, los documentos eran robados, y el individuo que los poseía lo sabía. Y la más importante, deseaba que el Gobierno reconociera la figura del presidente, que murió en el exilio en dificultades económicas y con el deseo, expresado en su testamento, de que, si algún día se recuperaran sus memorias, se entregaran a sus descendientes, pues era el único legado espiritual que podía ofrecerles. ¡Qué gran error cometí!
Lo denuncié a la unidad operativa de la Guardia Civil, en la que tengo algunos amigos, y tras una denuncia de los familiares de Alcalá-Zamora se montó un operativo en el que fui el cebo. Conseguí una reunión con el sujeto que las poseía, que era el hijo del hombre que las sustrajo. Analicé la documentación e intervino la Guardia Civil, que nos detuvo a todos, como parte del plan.
Qué satisfacción, después de 70 años se iba a hacer justicia. Pero cuál fue mi error, porque el Ministerio del Interior traspasó de inmediato los papeles a una de sus cajas fuertes, hasta que apareció Rogelio Blanco, director General del Libro, cuyo único mérito es ser «íntimo amigo de Zapatero», como él dice. No era «su» Memoria Histórica y los papeles no ayudaban al partido de su íntimo amigo. Desde hace dos años ha impedido a la familia cualquier acceso a la documentación, aunque se ha visto obligado a reconocer, por orden del juzgado, que el 80% de los papeles son privados. La intención de la familia era depositarlos en la Real Academia de la Historia y que un historiador imparcial los analizara.
La familia denunciará a cualquier medio que publique cualquier documento, atentando contra la propiedad intelectual de los mismos. Señor Blanco: no tenga la menor duda de que la memoria del Presidente de la República Niceto Alcalá-Zamora debe estar inquieta sabiendo que es capaz de manosear sus papeles privados. Quizás con el abandono de su «íntimo» amigo José Luis Rodríguez Zapatero cambie usted de opinión y aún pueda limpiar su conciencia. Si no es así, la justicia dirá la última palabra.
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