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La Razón
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De momento los únicos emprendedores que conozco son los que han emprendido viaje a otros países para poder trabajar. Con el actual Gobierno agonizante y con la oferta de subir impuestos del candidato socialista es imposible que nadie se lance a emprender nada que no sea tomar las de Villadiego. La receta de los socialistas cuando vienen mal dadas la conocemos de sobra y sabemos que no da resultado. El viejo y demagógico discurso de apretar las tuercas a los que desde el PSOE califican de ricos cada día cala menos. Las grandes, grandísimas fortunas, siempre han tenido multitud de vías de escape para evitar el pago de una parte de los impuestos y, en cualquier caso, aunque se les estruje hasta la extenuación la cantidad que se recaudaría resultaría claramente insuficiente para equilibrar las cuentas del Estado. Lo que ya se demostró que funcionaba era sentar las bases para que se creen empresas y, por lo tanto, puestos de trabajo. Y para eso el PP del año 96, el primer gobierno de José María Aznar, levantó el pie del cuello de los pequeños y medianos empresarios logrando la mayor creación de empleo que hemos conocido en las dos últimas décadas. Pero es que, además, con Javier Arenas al frente del Ministerio de Trabajo se alcanzaron un buen puñado de acuerdos con los sindicatos y la patronal que dinamizaron nuestra economía, que venía bastante tocada de la etapa final del felipismo. Ciertamente la situación actual es infinitamente más complicada que aquélla. Estamos ante una crisis global que afecta a toda Europa y a Estados Unidos, pero no es menos cierto que existen especificidades en la situación española, donde el paro es el plomo en las alas que impide nuestro despegue aunque se trate simplemente de un vuelo rasante. Y hasta el momento las recetas aplicadas por Zapatero y, por lo que sabemos, quiere seguir aplicando Rubalcaba si es que gana las elecciones del 20 de noviembre, no crean empleo. Ni los empresarios ni los sindicatos están de acuerdo con la política económica, pero UGT y CCOO no le van a poner las cosas fáciles a Rajoy si llega a La Moncloa. A pesar de las críticas escuchadas en la más que deslucida reunión de Rodiezmo, el sectarismo ideológico de Méndez y Toxo siempre termina por imponerse. Bien es verdad que los llamados sindicatos de clase cada día movilizan a menos gente y Rodiezmo, con Alfonso Guerra como único gran referente del PSOE, se parecía más a una excursión del Inserso que a un mitin. Por cierto que, hablando de modernidad, la decisión final de Guerra y Chaves de ir en las listas de las generales es sin duda una inyección de savia nueva. No había más que ver a don Alfonso con su innovador discurso de la derechona. Aquella derechona que tuvo que pedir un crédito en 1996 para pagar las pensiones y puso las bases para que se crearan los mismos puestos de trabajo que en los últimos tres años se han destruido en España.