París
Renard un provinciano de oro por Francisco NIEVA
El francés, poco conocido en España, es el verdadero creador de la greguería
Yo he apreciado mucho a aquellas personas, más o menos leídas, que me recomendaban conocer un libro o un escritor que no había leído nunca, aunque tuviera noción de su existencia por los manuales de literatura: «Pero ¿es que todavía no conoces a un tal…? Pues te puedes llevar una sorpresa, te va a encantar». El que hoy aconsejo, siendo tan interesante, se ha traducido poco y mal al español. Y no me lo explico, porque es de lo más esencial. ¿A qué se puede deber esto?Uno de los argumentos puede ser el que sea «demasiado francés», íntima, tierna y conmovedoramente francés, el tipo de burgués ilustrado, progresista, inteligente y honrado a carta cabal. Esto es lo que le fastidiaba a Jean Paul Sartre, que lo juzgaba un conformista resignado y con pocos deseos de cambiar el mundo.
Tierno sarcasmo
Pero, en verdad, un exquisito provinciano, un provinciano de oro, con un corazón de lo mismo y un estilo muy especial, que creó una risueña expectación en muchos franceses de su tiempo, por su tierno sarcasmo, su crítica de la burguesía «desde dentro», un miembro más de aquella, pero tan moderno y sorprendente, que nuestro gran adalid de las vanguardias, Ramón Gómez de la Serna, se lo apropió, lo plagió literalmente, porque el verdadero inventor de la «greguería» fue Jules Renard. Châlons du Maine, Mayenne 1864. París 1910. Fundador de la «Academie Goncourt» y del «Mercure de France». La obra maestra de Renard fue su diario, un monumento a la subjetividad, al preciosismo intimista, plácidamente original y sarcástico, melancólico y lírico, una nota muy nueva en la literatura francesa. Ese tierno y poético sarcasmo, que ahora podemos identificar al del director cinematográfico François Truffaut. Debo hacer esta comparación para que se me entienda por la gente de hoy. Hay almas gemelas a través del tiempo, almas que se repiten, Truffaut es un hermano gemelo de «Poil de carotte» – Pelo de zanahoria –que es otra creación maravillosa de Jules Renard. Porque Pelo de zanahoria es él, el propio Jules, mal amado de su madre, mujer devota y dura, niño profundo y desgraciado. Tan ligado estaba a ese niño –su gran creación– que, en dicho diario, a punto de morir, vuelve a sentirse «Poil de carotte», vuelve a su infancia y se siente morir. Todo cuanto escribe Renard le sale del alma de aquel niño prodigio, «alegremente desdichado». El estilo de Renard es la literatura más diáfana que nos pudiéramos encontrar, cuya magistral influencia en algunos artistas posteriores ha sido decisiva, Sus modelos fueron los ilustrados. Ese fondo conmovedor a la vez que irónico y melancólico se ilustra con hallazgos cómicos que hacen reír, pero con la risa más inteligente que podemos arrancar del corazón: cuando describe a la «bigotte» – la dura beata –de su madre, a «Los Fhilippe», campesinos de su tierra, sus vidas miserables y conforme, que arranca lágrimas y sonrisas.
Yo soy un gran devoto de Jules Renard y tengo clavado en mi espíritu la emoción que me suscitó el recuento exacto de la meningitis de la que murió el nieto de los Fhilippe, que servía de recadero en la casa del escritor. ¡Señor, qué cosa tan tremenda! La consciencia o la inconsciencia del niño, sus frases, sus más conmovedores comentarios, mientras la enfermedad progresa hacia su muerte; los cuidados que le dispensan Jules y su mujer, su traslado al hospital. Lo vivimos con el corazón en un puño. Es el reportaje sobre la muerte de un niño pobre, el más trepidante de emoción y ternura, que todo lo analiza con técnica frialdad. Esa cámara es Jules Renard, como si fuera la de Truffaut. ¿Podemos entenderlo ahora?
✕
Accede a tu cuenta para comentar