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Europa aprieta pero no ahoga
Cuando el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, le echó las manos al cuello al ministro español de Economía, Luis de Guindos, su primera reacción fue mirarle soprendido por el atrevimiento semántico, como dirían los antiguos, exclamando para sí: «¿Pero qué hace ahora éste?». Deducimos por su gesto hierático, impasible, que a De Guindos no le gusta que le cojan por el cuello, ni en broma. Es normal. Esa foto es como un comentario indiscreto con un micrófono abierto que puede ser interpretado negativamente por los mercados, tan sensibles. Sólo falta escribir el pie: «Europa coge a España por el cuello». Pero observen que tras unos segundos de perplejidad, azoramiento o lo que sea, De Guindos reacciona y ambos se abrazan con una efusividad exagerada. No sabemos qué le está diciendo De Guindos a Juncker al oído. De esta manera, el mensaje se invierte y podemos cambiar el pie de foto: «Europa abraza a España». O si prefieren un realismo parco y sabio: «Europa aprieta, pero no ahoga». Pero ése es el lenguaje corporal, el que deja abierta la interpretación semántica. En definitiva, De Guindos consiguió convencer al Eurogrupo de que España cumplirá su compromiso fiscal en 2013 y arrancó del «superministro» alemán de Economía, Wolfgang Schäuble, la frase que todos esperaban oír:«España progresa adecuadamente». Eso, y no una mano al cuello.
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