Barcelona

El «plan B» del Gobierno: militares y extranjeros para evitar otro caos

El pasado día 5, el vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba, aseguraba que en caso de repetirse la situación vivida durante el puente de la Inmaculada, el ministro de Fomento, José Blanco, tenía un «plan B».

Imagen tomada el pasado sábado en el centro de control de Torrejón
Imagen tomada el pasado sábado en el centro de control de Torrejónlarazon

La alternativa se planteaba en caso de que, tras levantarse el Estado de Alarma, se repitiera la actuación de los controladores. Entonces, el Ejecutivo pondría en marcha una solución que permitiera mantener abierto y en funcionamiento el espacio aéreo.

Pero ¿en qué consiste ese «plan B» de José Blanco? Ante la comparecencia de hoy del ministro, las informaciones que circulaban ayer por los centros de control aéreo y cuarteles del Ejército del Aire apuntaban a dos soluciones en una. Por un lado, la alternativa del Gobierno pasaría por habilitar de entrada a sesenta controladores aéreos militares para que puedan ejercer sus funciones en una torre civil. Y por otro, «pescar» en el mercado de la Unión Europea para atraer a controladores foráneos.

Según esas informaciones, la idea no es sustituir al colectivo completo de controladores civiles (2.400), sino tener un plantel suficiente para, en caso de repetirse la huelga «salvaje» del pasado día 3, poder mantener abierto el espacio aéreo en el mayor grado posible. Para eso, calculan en esos centros, harían falta en torno a 500 controladores: 280 en las torres y otros 250 en los centros de control de Madrid, Barcelona, Sevilla, Canarias y Palma de Mallorca. Con esa plantilla «de emergencia», el Gobierno mantendría buena parte del tráfico aéreo funcionando, al menos durante unos días.

El plan plantea dos problemas fundamentales: los militares a habilitar deberían pasar unos cursos específicos de entre 3 y 4 meses, lo que impediría aplicarlo en caso de que no se prorrogue el Estado de Alarma y vuelva a bloquearse el espacio aéreo estas navidades; el segundo problema es más peliagudo, ya que la contratación de controladores extranjeros implica cambios mucho más sustanciales. Aunque buena parte del control aéreo en España se realiza en inglés, explican las fuentes consultadas, hay otra que se mantiene en español.

Los controladores foráneos harían todo el trabajo en inglés, lo que obligaría a cambiar los esquemas y la normativa para adecuarla al idioma de los recién llegados, y eso sólo se puede hacer a golpe de «decretazo».

Las informaciones se leen en los centros de control como intento del Gobierno de dar otro golpe de efecto para ganar definitivamente el pulso a los controladores o como un órdago para que éstos entiendan que no tienen el control absoluto de la situación. Hoy se verá.