Caracas

Coge el dinero y corre

Un cajero de 40 años, criminólogo de vocación y delegado sindical se lleva medio millón de euros –tal vez muchísimo más– del banco de Yecla en el que trabajaba y se marcha al Caribe. Tiene mujer y dos hijos adolescentes. En su pueblo, muchos comprenden su acción... es la crisis 

Coge el dinero y corre
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Atajo para salir de la crisis». Los vecinos de Yecla, en Murcia, disculpan de alguna forma al cajero que se marchó al Caribe con medio millón de euros hace tres semanas. José L.H., de 40 años y natural de Molina de Segura (Murcia) acudía cada mañana, desde hace un año, a la oficina principal de la Caja de Ahorros de Mediterráneo (CAM) de Yecla.

Allí atendía a los clientes con seriedad («muy seco», comentan algunos). Después tomaba una coca cola y un aperitivo en el bar de al lado, a las 11.00. Ojeaba la prensa deportiva («se metía, en broma, con el Murcia» y cuentan que no le gustaba nada Mourinho, por ejemplo, mientras que alababa el juego del Barça) y finalizaba su jornada laboral con normalidad. Hasta que un día, a finales de abril, no apareció más. Faltaban 450.000 euros de la caja.

La Delegación del Gobierno confirmó su huida a «algún país suramericano». La investigación policial sigue abierta. En la calle Padre José Martínez Bernal de Molina, un edificio de siete alturas, José compartía ático con su mujer y sus dos hijos, de 13 y 14 años.

Uno de ellos baja la mirada para evitar preguntas, aunque mira por el rabillo del ojo con curiosidad. Afirma que no dirá nada malo sobre su padre. La esposa del supuesto autor del robo, Consuelo R. I., aparece con cara de pocos amigos. Nerviosa. Abren la puerta por pura educación pero piden por favor que se respete su silencio.

La cuñada de José, que también vive en la casa, decide hacer las veces de portavoz. Solo quiere ver reflejadas tres ideas esenciales. «Y todo lo demás que se publique, de aquí no ha salido», zanja el tema. Las tres declaraciones sucintas por parte de la familia son estas: que José es «un padrazo», que «en esta casa le queremos muchísimo» y que, por supuesto, no saben dónde está. Y, ante la posible intención de comunicarse con él (en su oculto paradero), añaden: «Y aquí estamos todos muy bien».

Representante sindical
Hace poco más de un año, José tuvo un accidente de moto, una de sus aficiones junto el póker, y pasó varios meses en silla de ruedas. A la vuelta al trabajo, su actitud, ya de por si seria, parecía más agria aún, según comentan fuentes cercanas a la Caja.

El supuesto ladrón era también enlace sindical. «Por eso no llamó la atención cuando no vino en algunos días», matizan frente a la entidad bancaria, bajo la mirada soslayada de decenas de vecinos que se acercan a «hacer gestiones» a la Caja, pero también a mirar. «Este es un pueblo pequeño.

Todos sabemos todo», afirman los vecinos de Yecla. No parecen muy ofendidos por el desfalco. También se habla de su paso por otra caja de ahorros de El Ejido con problemas de «descuadre» en las cuentas, pero no hay pruebas de este «delito».

En la tienda de fotografía de la misma calle de España, en Yecla, todavía no dan crédito. Manuel y Juana, los dueños, atendieron a José dos semanas antes de la fuga. Le conocían de ir a cambiar monedas a la CAM, a apenas 20 metros del local de revelado.

El «Dioni de Murcia», como ya le llaman en el municipio, entró por la mañana, parsimonioso. Quería renovarse el DNI. Al menos eso dijo. Manuel le explicó que las fotografías para el documento de identidad son diferentes a la del pasaporte, de mayor tamaño.

José titubeó. Hubo un silencio. «No, la verdad es que lo que quiero es pasaporte». El fotógrafo se sorprendió por la confusión. «Con ese pasaporte se ha ido a Venezuela», afirma entre risas y perplejidad. «Incluso tuvo la sangre fría de hacer los trámites en la comisaría de aquí», añade.

Los vecinos y conocidos disculpan de alguna forma al nuevo Dioni. Condenan su actitud, sí, pero acaban añadiendo un «pero». «Robar siempre está mal pero… en esta época… con tanto robo que hay por todas partes, casi se entiende… Si tú tienes hambre y otros se hinchan a comer, ¿qué vas a hacer?», reflexiona Miguel Lorenzo, jubilado de 72 años, a los pies de la Basílica de Yecla.

«Quien roba a un ladrón, tiene cien años de perdón», añade Maite Ortuño, de 30 años y dependienta en un comercio próximo a la CAM. «Hoy en día o haces algo así o te mueres de hambre», añade Francisco Puche, de 30 años, quien agrega: «Listo ha sido, desde luego», con cierta sonrisa de aprobación. Otros no lo ven tan claro. «¡Un jeta sí que es!», salta Marina Muñoz, estudiante de 19 años que se une al grupo. «Ha dejado una mujer y dos hijos.

Tenía un trabajo… debería haber estado contento y no ir robando nuestro dinero por ahí». «Cuando el dinero te pasa por las manos, es muy goloso», le advierte un amigo. «Esto acaba de empezar», pronostica un compañero con mirada apocalíptica. «Al menos él ha salido de la crisis ¿no?», agrega medio en serio medio en broma. Estos debates improvisados se repiten en muchas calles del pueblo.

También en Molina, en los alrededores del colegio de la Consolación, cerca del Centro Comercial Vega Plaza, bullen con especulaciones de todo tipo. A falta de información oficial («la Policía no debe facilitar detalles», advierten desde la Delegación), cada uno ofrece su opinión: algunos para criticar, otros para exculpar y muchos por el placer, con simpatía genuina, de añadir algún detalle, por pequeño que sea, sobre el Dioni. Alguno siente hasta «pena» por cómo debe sentirse («tan solo») en su «escondrijo». Y otros desconfían de la cantidad.

¿Sólo 400.000 euros?
En el pub Lemon, por ejemplo, a dos minutos del domicilio, varios empleados de banca con traje oscuro y corbata toman gin tonics a las siete de la tarde. El local está oscuro y hay luces de neón. Ambiente nocturno en pleno día. Algunos de los ejecutivos, copa en mano, insisten en que Pepe, como le aluden, «no se ha llevado solamente 400.000 euros».

Aseguran que es demasiado listo para una suma «tan pequeña». Uno se identifica como empleado de banca, pero no de la CAM, y acusa a esta entidad bancaria de haber ofrecido una cifra mucho menor al supuesto desfalco. «Ese no se va sin llevarse tres millones por lo menos», apunta otro a voces, por el volumen de la música.

En cualquier caso, a José le gustaba salir de fiesta («como a todo el mundo», apuntan en el Lemon) y apostaba algunas cantidades de dinero al póker en el Casino de Murcia y por internet. Recientemente José cursó Criminología en la Universidad de Murcia. También cursó asignaturas de Derecho.

Quizás el temario de alguna de las asignaturas sirvieron de ideas para confeccionar el plan. En la web de la Universidad de Murcia, donde estudió, se explica las características que buscan para admitir al alumnado: «El perfil de ingreso debe responder al de una persona con un interés científico sobre cuestiones relacionadas con la Criminología; esto es, el estudio del delito, del delincuente, la víctima y los medios de control social, debiendo estar abierto a la adquisición de conocimientos de muy diversas áreas científicas como el Derecho, la Medicina, Psicología, Sociología, Estadística (…)». Parece evidente que José cumplía los requisitos, aunque quizás le sirvieron para otras intenciones.

Desde la Delegación del Gobierno de Murcia confirman que José «viajó a un país suramericano». Otras fuentes cercanas a la investigación apuntan a Venezuela. El supuesto «Dioni de Murcia» aterrizaría en Caracas donde, como se sabe por otros casos, el rastro de la delincuencia desaparece de inmediato.

La justicia en Venezuela, y más en pequeños casos como será para ellos el de Pepe, no suele funcionar muy bien. La investigación policial sigue los pasos de los familiares y los movimientos de José desde Yecla. Sus compañeros en la sucursal, un edificio antiguo, de varias plantas, en el centro del municipio, no ofrecen ningún detalle que haga sospechar del buen hacer de José en la oficina.

El director, nervioso y con cara de pocos amigos, invita a la prensa a que salga del recinto. «Ni podemos ni debemos hacer declaraciones para no perjudicar la labor policial», explica Juan Valdés, improvisado portavoz de la sucursal. En lo que sí insiste es en que la cifra robada que se ha publicado no la han aportado ellos. Que no es oficial. Podría ser esa cifra o una mucho mayor. Eso sospechan otros banqueros.

«¿De quién sería la responsabilidad? Si no hay controles, esto tiene que estar pasando en muchas partes», reflexiona una conocida del «Dioni de Murcia». «Seguro que hay muchos que roban pero, como no se marchan al Caribe, nadie les pilla», rubrica. Esperemos que no.