Barcelona
Hala Madrid por Plácido Domingo
¡Hala Madrid! Es lo que me sale decir en estos momentos de una alegría inmensa. Siento no haber podido estar ayer en la Cibeles festejando con toda la ciudad de Madrid el triunfo de mi equipo, pero no puedo estar en todas partes y mi puesto estaba en el Teatro Real, dando vida a Cyrano de Bergerac. Me queda la satisfacción de haber podido ver el partido. Cuando acabamos el ensayo, a las diez de la noche, me llevaron una televisión al camerino y pude ver un poquito. Inmediatamente me fui corriendo a casa para ver la segunda parte, con mi mujer y mi hijo. Fue una cena estupenda, muy especial. ¡Y qué pedazo de tres goles! Una lección de cómo se deben meter, de su manufactura, con unos pases sensacionales que nos hicieron vibrar a todos durante la cena. Y el tercero de Ronaldo, magnífico, con el que se quitó la espina de no haber colocado el penalti, en un campo tan fantástico como es «La Catedral», el de San Mamés, frente a un equipo bárbaro. Nos salió redondo.
He vivido esta victoria de manera muy especial, en España, mi país, junto a los míos y en mi ciudad: una victoria en Madrid no es cualquier cosa. Otras veces no ha podido ser así, aunque confieso que la pasión me puede y no me he perdido ni uno sólo de los partidos: allá donde esté, el Real Madrid está conmigo. Desde luego el recibimiento no ha podido ser mejor, pues aterricé el mismo miércoles. Ojalá el año que viene haya menos distancia entre el Madrid y el Barcelona y se ponga ya desde el principio de la temporada todo más calentito. Yo, que recorro el mundo y que canto en todas partes del planeta, me siento orgulloso de que en cada punto, allá donde me encuentro, en Asia, en América, en cualquier ciudad de Europa, haya siempre seguidores del Real Madrid y del Barcelona. Hoy es un día grande y me siento, una vez más, muy orgulloso de mi equipo. Empiezo como acabé, con un ¡Hala Madrid!
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