Japón

Garoña no es Fukushima

La Razón
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El terremoto ocurrido hace poco más de un mes en Japón, seguido del impresionante tsunami que arrasó la costa, dejando sin fluido eléctrico exterior e inundando los equipos generadores atómicos de la central nuclear de Fukushima, ha supuesto que se vuelva a reabrir el debate sobre la energía nuclear. Pero hemos de tener en cuenta que la situación de las centrales nucleares en España es muy diferente a las del país nipón, aunque Santa María de Garoña sea el reactor gemelo del Equipo 1. Esta central española es la más antigua de las que se encuentran actualmente en explotación, cuyo cierre está previsto para el 1 de abril de 2013. Esta planta está en condiciones técnicas, según el Consejo de Seguridad Nuclear, para continuar en funcionamiento por lo menos diez años más. Además, las posibilidades de que se produzca un tsunami en España son inexistentes. Por ello, insistimos en que se debería alargar la vida útil tanto de esta central como del resto de las nucleares españolas.

Otra de las inquietudes que han surgido por la central niponas son los peligros potenciales de los elementos radiactivos. En España, esta fuente de energía cumple con todas las medidas de seguridad necesarias para evitar consecuencias graves en caso de que se produjera algún accidente, si bien es cierto que también exige la solución definitiva de algunos problemas, como es el depósito de los residuos radiactivos de alta actividad, para lo que la tecnología de transmutación está mejorando significativamente.

Una de las ventajas de la energía nuclear es el hecho de que el proceso de generación de energía es físico, y no químico: no hay combustión, por lo que, lógicamente, no se emite CO2 a la atmósfera. España ya supera la emisión de CO2, según el Protocolo de Kyoto, por lo que nos vemos en la necesidad de adquirir derechos de emisión por un valor de entre 1.000 y 2.000 millones de euros anuales. Para España significa un gran ahorro en derechos de emisión de CO2. Por tanto, el cierre de algún grupo nuclear de los que se encuentran actualmente en servicio incrementaría sensiblemente la factura energética. Estas circunstancias conviene tenerlas muy presentes de cara a la selección del mix energético con el que podemos contar en España, especialmente si tenemos en cuenta que se impone la diversificación de nuestras fuentes de suministros, puesto que están excesivamente concentradas en el petróleo, que por las continuas revueltas en el mundo árabe está elevando diariamente el precio.

Pero si analizamos la parte económica, también veremos las ventajas de este tipo de energía. El coste marginal de esta central es de 15 euros/MWh, un precio bastante inferior al de los parques solares, que asciende hasta los 450 euros/MWh, lo que está provocando un elevado déficit tarifario que mensualmente estamos pagando los españoles en nuestro recibo de la luz. Javier Vega de Seoane señalaba este dato y destacaba que, actualmente, nuestro déficit alcanzaba, en cifras acumuladas, los 20.000 millones de euros, lo que describía como «dislate eléctrico» en un entorno marcado por la falta de competitividad de la economía española. Y es curioso que, con este gran problema en España, el Gobierno se esté planteando el cierre de centrales nucleares operativas en España. Tras haber cometido el error de cerrar la de Zorita, ahora se debería plantear la prolongación de la vida útil de todo el parque de centrales con que cuenta España pero, como hemos comentado, en un par de años se pretende cerrar la de Garoña. Esta instalación emplea a más de 1.000 trabajadores, que perderían su puesto de trabajo en un momento de grave crisis. En la actualidad, España cuenta con ocho centrales nucleares operativas que han cubierto el 20,21% de la electricidad consumida el pasado año, según datos del Foro Nuclear. Esta cifra pone de manifiesto que, de cara al futuro, habrá que ir pensando en la construcción de nuevas centrales nucleares en España, por lo que parece lógico el mantenimiento de los emplazamientos que actualmente tienen esta calificación, como son los casos de Zorita o de Valdecaballeros I.

Actualmente, este tipo de energía continúa su expansión en todo el mundo tras el parón sufrido hace unos años, a pesar del bache que está atravesando con Fukushima. En estos momentos, son muchos los países europeos y americanos que están construyendo grupos nucleares, además de algunos países asiáticos que cuentan también con programas de construcción para garantizarse la creciente demanda de energía eléctrica y reducir el impacto medioambiental.

España ha participado en más de un 60% en la construcción de las centrales nucleares que se encuentran actualmente en funcionamiento y se debería de contemplar la posibilidad de construir nuevas centrales nucleares, para que comenzasen a operar en 2020, constituyendo una opción fundamental en el mix energético para la garantía de suministro. Además, la construcción de estas nuevas centrales nucleares en España tendría un efecto muy positivo sobre la actividad económica, creando en torno a los 200.000 empleos directos de gran calidad y formación, generaría un enorme impulso tecnológico en nuestro país e incrementaría la calidad de la formación de una parte del capital humano, es decir, generaría un gran impulso multiplicador. Y en los delicados momentos que estamos viviendo habría que planteárselo seriamente para impulsar, especialmente, la actividad constructora que se encuentra completamente paralizada.