Elecciones en Ecuador

El fraude planea sobre la victoria de Ortega

El Gobierno de Nicaragua proclamó hoy al presidente Daniel Ortega ganador de las elecciones generales de este domingo, tras conocer los primeros resultados oficiales que le dan una amplia ventaja sobre su principal oponente, el empresario de radio, Fabio Gadea. 

El sandinista Daniel Ortega muestra su dedo manchado de tinta tras votar ayer en Managua
El sandinista Daniel Ortega muestra su dedo manchado de tinta tras votar ayer en Managualarazon

El juego sucio empañará la victoria de Ortega. El Consejo Supremo Electoral (CSE) informó en su primer parte de resultados parciales que con el 6,76% de las juntas receptoras de votos escrutadas, Ortega obtiene un 66,43% del total, y que Gadea, de la alianza Partido Liberal Independiente (PLI), tiene un 25,52%. Sin embargo, los comicios bien podrían titularse como aquel célebre artículo de la revista británica «The Economist»: «Nicaragua, cómo robar una elección». Eso fue en 2008, durante unas elecciones municipales, que por naturaleza despiertan menos pasión entre los votantes, y aun así el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) recurrió a lo que se considera «el fraude más documentado de la historia» del país centroamericano para reclamar la victoria en unas 40 alcaldías en las que en realidad había perdido. Estos comicios le costaron mucho dinero a las arcas nacionales. Tras el fraude, la comunidad internacional cortó durante casi dos años las ayudas.

Ahora hay demasiado poder en en juego. El FSLN puso en marcha una formidable maquinaria destinada a copar los cargos decisivos en los poderes del Estado, impedir que los opositores obtengan sus identificaciones para votar y hasta financiar pequeños partidos capaces de dividir el voto opositor –es el caso de los liberales, con cuatro facciones en contienda–.
Destaca, especialmente, su decisión de impedir o limitar la observación internacional y la fiscalización de los partidos.

En primer lugar, modificó la ley electoral. Tras el pacto entre Ortega y el ex presidente Arnoldo Alemán, la nueva reglamentación establece que un candidato ganará la Presidencia con mayoría relativa de al menos el 40% de los votos, o un mínimo de 35% con ventaja de cinco puntos o más sobre su inmediato seguidor. Así, la reelección parece segura.

Claro que esto no es nada si se tiene en cuenta que Daniel Ortega se saltó «a la torera» la Constitución e invalidó a través de la justicia los artículos que no le permitían presentarse de nuevo.

Con el viento a su favor, no era de extrañar que ayer acudiera a las urnas bien sonriente y con la camisa blanca. «¡Todos a votar sin miedo! Aquí se ha tratado de sembrar miedo, eso no puede ser», dijo tras depositar su papeleta.

Y es que al líder sandinista, de 66 años y antiguo guerrillero, ya no le tiembla el pulso tras casi cuatro décadas en política. Las demostraciones de fuerza de sus enemigos no le perturban.
Fabio Gadea, de 79 años y candidato del Partido Liberal Independiente (PLI), prometió hacer «un Gobierno honesto» y restablecer el «Estado de derecho y la seguridad jurídica para que las inversiones puedan venir, y crear empleo para todos».

En la otra parte, el ex presidente liberal Arnoldo Alemán (1997-2002), condenado por corrupción y sobreseído tras un pacto político con Ortega, ocupa un tercer lugar, con el 11%, según el sondeo de CID Gallup. Alemán prometió generar un millón de empleos.

Con el voto de los pobres
Desde el fuerte seísmo de 1972, la mayoría de las calles de Managua no tienen nombre y las direcciones se dan a partir del número de calles (o metros) de sitios conocidos. Se podría decir que los nicaragüenses han aprendido a vivir desorientados, aunque ayer, en la Plaza de la Revolución, bien flanqueada por cuatro carteles rosados de Ortega y las banderas sandinistas ondeando, algunos votantes se sentían perdidos.

Allí encontramos a Andrea Benavides, de 19 años y madre de dos hijos, con el voto en la mano, incapaz de encontrar su colegio electoral. Al lado de uno de los árboles listos ya para la Navidad y bajo el sol ardiente, nos comenta que el mandatario es solidario con los más pobres, como ella. «Soy sandinista por las cosas que Daniel ha hecho por los jóvenes: nos ha dado becas, ha construido campos de deporte». Precisamente, su mayor apoyo popular se cimenta en el tímido crecimiento obtenido con dinero venezolano.

 

Un circo sandinista para todos los públicos
La última maniobra de Daniel Ortega para ganar votos roza el surrealismo: crear un parque de atracciones sandinista para los más pobres. Junto al impresionante lago de Managua, todo es gratis. Coches de choque, montañas rusas, castillos inflables, comida barata... Eso sí, hay que aguantar durante horas la machacona música electoral del Frente Sandinista y los carteles y camisetas que recuerdan que todo eso es posible gracias a Ortega. Es la versión actualizada y para todos los públicos del «pan y circo» de toda la vida.