Europa

Banco Popular

Un gobernador negligente

La Razón
La RazónLa Razón

El Consejo de Ministros tiene previsto aprobar hoy un nuevo paquete de medidas que culmine la reforma del sistema financiero, entre las que destaca la nueva exigencia de provisiones que sobrepasará el doble de los beneficios de la banca del pasado año. Las medidas llegan tras la nacionalización de Bankia, la octava desde el comienzo de la crisis y la primera de un gran banco. Con este bagaje nos parece obligado cuestionar el papel del Banco de España y de su gobernador, nombrado por el Gobierno socialista sin consenso de la oposición. El mismo Miguel Ángel Fernández Ordóñez que aseguró en 2008 que la banca española estaba preparada para soportar la tormenta financiera. La realidad ha sido muy distinta. El Banco de España ha sido incapaz de prevenir y detectar el desmoronamiento que ha frustrado la ordenación del sector. Como su deber era preservar la estabilidad y el buen funcionamiento del sistema y supervisar la solvencia de las entidades, es un hecho que Fernández Ordóñez ha fracasado de forma estrepitosa. Bankia, Caja Castilla-La Mancha, Caja de Ahorros del Mediterráneo, CatalunyaCaixa, el Banco de Valencia, Novagalicia, CajaSur y Unnim conforman un balance muy negativo para la máxima autoridad monetaria, la encargada de fiscalizar y controlar el funcionamiento y las cuentas de bancos y cajas. La relación de los «pecados» de su gestión no es corta pero, sin duda, su tolerancia con una expansión crediticia incontrolada y una concentración de riesgo sobresaliente han resultado fatales. Obviamente, esta actuación del banco central se ha traducido además en una pérdida de prestigio muy preocupante en una Europa que cuestiona su fiabilidad. Es lógico que el Gobierno estudie realizar una auditoría externa e independiente, como pide el Eurogrupo, de los activos tóxicos, lo que supone una enmienda a la totalidad de la gestión de Fernández Ordóñez. Además, existe una variante política no menor en esta etapa de Banco de España. Hace cinco años, el Gobierno socialista apostó por el primer gobernador con carné del partido. El PSOE impuso sin consenso al que era secretario de Estado de Hacienda y Presupuestos. Las consecuencias están a la vista de todos. Que Rubalcaba focalizara ayer sus críticas en el Gobierno y callara sobre su elegido resultó en buena medida una prueba de cargo sobre su responsabilidad en el funcionamiento de un organismo clave. La reforma del sistema financiero deberá ir acompañada de la regeneración del Banco de España, con un gobernador del máximo prestigio y un proceso acelerado de despolitización de sus estructuras para que los muchos y buenos profesionales de la institución vuelvan a tener el peso que nunca debieron perder. Fernández Ordóñez debió dimitir hace tiempo, pero agotará el mandato. Más temprano que tarde, tendrá que rendir cuentas y asumir responsabilidades.