Nápoles
Al fin
No podía disimular. Mi familia y los amigos habían notando un desmoronamiento paulatino en mi ánimo. La vida es una lección de fortaleza, y mi mutismo respondía a la constante lección. Buenas gentes que no me conocían, al pasar junto a mí, palmoteaban mi espalda con sincero pésame. Volaba un jilguero y yo veía un cuervo. Comía un percebe y a nada me sabía. Pero hoy, al fin, por fin, las nubes de la depresión y la angustia se han convertido en cielos claros y he vuelto a sonreír.
Mi periódico, LA RAZÓN, le ha dedicado una página a la noticia esperada. Otros medios, dobles páginas y agudos comentarios. No sabíamos nada de ellos, y ya no hay motivo para la tristeza. Están en Nápoles. Han elegido Nápoles para sus primeras vacaciones como padres de Leo. El verano es así. Que de golpe, el gozo zumba y rezumba a nuestro alrededor expulsando el insoportable alarido de la pena.
Leo, que no sabe el pobrecito en dónde se ha metido, o mejor aún, que no sabe el pobrecito de dónde ha salido, apenas tiene unos meses y merece mi respeto y cariñoso silencio. No ha sido él quien ha elegido pasar el verano en un humilde hotel de Positano, cerca de Nápoles. Porque ésa es la noticia más comentada hoy en la prensa española. «Leo Bardem de vacaciones en Nápoles». Me figuro al pobre Leo, que no sabe todavía ni que se llama Leo, ajeno al ajetreo periodístico que su presencia en Nápoles ha levantado. Hubo un tiempo en el que fueron muy famosas unas reuniones políticas que se celebraban en Madrid, «Las lentejas de Mona».
La anfitriona era Mona Jiménez, una mujer orondilla y hospitalaria que invitaba a su pequeño apartamento a medio centenar de personas para que oyeran las profecías de Emilio Romero. Las lentejas eran la excusa, y no precisamente una buena excusa, porque acostumbraban a ser bastante malas. Un periódico entusiasta, cuyo director asistía de continuo a las citas de Mona Jiménez, nos ofreció de golpe la verdadera dimensión de la lentejil anfitriona. En la página dedicada a las efemérides, una gran fotografía de Mona Jiménez coronaba un bello texto al que antecedía un titular de impacto: «Mona cumple cincuenta años». Notición sólo comparable al que publicó un diario de Ceuta en la década de los cincuenta del pasado siglo y aún no ha sido periodísticamente superado: «Ha causado baja en el Ejército el sargento primero don Ramón Novillo Planas por motivos estrictamente personales. Enviamos desde aquí nuestra condolencia a todas las tropas de la guarnición». Don Ramón tenía que ser un sargento primero impresionante, de los que no abundan, dada la consternación que experimentaron todas las fuerzas de la guarnición con su baja del Ejército.
Pues eso, que las grandes noticias, los acontecimientos inesperados, son los que mantienen vivo el interés de los ciudadanos. Y hasta hoy no hemos sabido que los Bardem veranean en Nápoles, y que se han llevado con ellos a su hijo Leo, y que Penélope Cruz sale con su cabello mojado después de darse un chapuzón, que es un detalle de sencillez y naturalidad para con el resto de las mujeres del mundo. Porque ella no desea ser diferente, y de haber salido del agua después de un chapuzón con el cabello seco, no hubiera sido descabellado calificar su actitud de prepotente y elitista.
Hoy, superada la melancolía y la angustia, he sabido al fin que soy un ciudadano bien informado.
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