Sencillo y genial

Por fin nos hemos pasado por la sucursal madrileña de Cañadío, el restaurante santanderino de Paco Quirós que luce con dos soles Repsol. Un local amplio de dos plantas que reúne todos los ingredientes de un modelo de negocio atractivo, ya que responde con creces a la demanda de los comensales. Y es que en tiempos de crisis funcionan los establecimientos en los que los platos son sabrosos y el precio medio es económico, detalles por los que merece la pena siempre volver. Y este que hoy nos ocupa lo merece. En la entrada, unas mesas altas y una barra exhibe suculentos pinchos, perfectos para darse al arte del tapeo informal. Al fondo, un comedor junto a la cocina acristalada, y en la planta de arriba destaca otro espacio más luminoso y funcional. Comenzamos con una ración de rabas, bocado que los madrileños estamos poco acostumbrados a degustar, así que resulta un manjar obligado, para continuar con una ensalada de tomate, tomate de verdad, acompañado de unas anchoas carnosas y con poca sal y un queso pasiego de La Jarradilla, de Tezanos de Villacarriedo (Cantabria) –uno de sus productos ha sido premiado con la medalla de bronce en el World Cheese Awards 2011–. La merluza a la media sal, tierna y sabrosa, con vinagreta de tomate se lleva la palma. Se trata de un pescado de excelente calidad que tiene su propio apartado: «La merluza de adelante atrás», ya que ofrece el cogote, la tajada, rebozada y en buñuelos. En cuanto a las carnes, resulta espectacular la carrillera de ternera de leche con puré trufado. Terminamos con la tarta de queso, tan famosa como la carta de ginebras seleccionadas por el jefe de sala y maître José Antonio García Izquierdo. Sirven gin tonics desde 3,75 euros. Sí, ha leído bien.