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Protector y proteccionista

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PARÍS- Protector y proteccionista. Así se mostró ayer Nicolas Sarkozy, que ante más de 60.000 simpatizantes deseosos de escuchar la palabra providencial de su líder, se entregó al difícil ejercicio de hacer de dicho macromitin un punto de inflexión en una campaña en la que no acaba de despegar. En un tono grave y solemne, Sarkozy se erigió en una suerte de salvador de la patria. No sólo de la francesa sino de Europa entera. Dispuesto a conjurar los miedos de sus compatriotas en materia de inmigración, seguridad o empleo. Pero extendiendo su cruzada a la escena europea, «porque no hay muros y la política ha de ser la misma dentro y fuera. Los medios son distintos, pero no la determinación ni los objetivos», afirmó el candidato-presidente, que cuestionó las convicciones europeístas de su rival –el socialista François Hollande y favorito de los sondeos–, al que reprochó haberse abstenido en el Parlamento sobre el mecanismo europeo de estabilidad. «Renegar hasta tal punto de su ideal europeo es simplemente indigno», remachó, interrumpido por las ovaciones de un enfervorizado auditorio venido de toda Francia al parque de exposiciones de Villepinte, a las afueras de París.

Rechazando el inmovilismo, «principal enseñanza de estos cinco años», el gobernante desgranó sus proposiciones y marcó sus plazos. Consciente del riesgo de desatar las hostilidades entre sus socios comunitarios y su principal aliada, la alemana Angela Merkel, a quien ha reservado su primera visita si es reelegido el próximo 6 de mayo. «Voy a ser criticado, pero me da igual porque digo la verdad», exclamó.

Como ya lo hiciera en 2011, Sarkozy abogó ayer por la reforma de los acuerdos de Schengen, que permiten la libre circulación de personas en Europa, arremetiendo, de paso, contra las «insuficiencias» de los controles en las fronteras exteriores. Opuesto a la entrada de Rumanía y Bulgaria a dicho espacio, reclamó un gobierno político a imagen del gobierno económico de la zona euro. Con la misma disciplina y los mismos castigos. «Se ha de poder sancionar, suspender o excluir de Schengen a un Estado que no cumpla como ocurre en la zona euro», dijo escorando un poco más su discurso hacia el electorado ultraderechista del Frente Nacional.

«Schengen no permite ya responder a la gravedad de la situación», dijo Sarkozy, quien agregó que la gestión de la inmigración «no puede dejarse en manos de tecnócratas y de tribunales», si no que debe ser «la expresión de una voluntad política».

Pero si en doce meses las negociaciones no avanzan, Nicolas Sarkozy amenaza –en caso de ser reelegido– con abandonar temporalmente el espacio Schengen. Un ultimátum al que sumó dos órdagos más en el terreno económico y destinados a proteger el «made in Europa», pero defendiéndose de todo proteccionismo. «Sí al librecambio. No a la competencia desleal», afirmó al reclamar para la UE una regla por la que las empresas localizadas en Europa se beneficien de fondos públicos. Una suerte de «American Buy Act», dijo, pero en su versión comunitaria, recordando que en los Estados Unidos la ley obliga a que los contratos públicos se adjudiquen únicamente a sociedades afincadas en suelo americano.

Sarkozy, que exige reciprocidad por parte de los socios comerciales internacionales, aseguró que Francia adoptará unilateralmente esas medidas si en la UE no hay progresos serios en un año.

Situando el debate en el terreno europeo, el presidente no sólo trata de dar un nuevo impulso a su campaña, sino también de reconciliar a la Francia del «sí» con la que en 2005 votó contra el proyecto de Constitución, además de abrir una brecha entre sus adversarios socialistas, donde la cuestión europea crea división.

Antes, Sarkozy, arropado por la plana mayor de su Gobierno, por su esposa Carla Bruni y personalidades como Gérard Depardieu o la ex primera dama Bernadette Chirac, protagonizó un primer acto de contrición. Admitió haber cometido errores y confesó haber «aprendido» mucho. Como si el candidato Sarkozy quisiera hacer olvidar al presidente que en estos años ha defraudado no pocas esperanzas, pero aupándose a la vez como el más capacitado, por su experiencia, para continuar con la reformas necesarias en tiempos tan convulsos. Una crítica velada a la bisoñez del contendiente socialista que, pese a ser el favorito, nunca ha ejercido una responsabilidad de gobierno.

Entre el liderazgo europeo y el patriotismo del general De Gaulle
En su primer gran discurso de campaña, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, combinó humildad con sentido de Estado y de Europa. Éstas son sus principales propuestas:
- Contra la inmigración clandestina. «Si en la situación económica y social actual Europa no controla las entradas en su territorio, no podrá acoger dignamente a los que llegan y no podrá financiar su protección social», argumentó ayer el presidente francés. Defendió la revisión de los Acuerdos de Schengen para poder penalizar a los países que los incumplan, tal y como se ha acordado con la política de austeridad fiscal y el control presupuestario en la UE.
- Por las reformas y contra el inmovilismo. Sarkozy defendió las reformas en la Unión Europea frente a la amenaza de bloqueo realizada por su adversario socialista, François Hollande. Le acusó de actuar junto a las organizaciones sindicales bajo el interés de evitar «un nuevo mundo en el que pierden influencia».
- Oriente Medio. Aseguró que será «intransigente con la seguridad de Israel, que es un milagro de libertad y de democracia», pero también «con la creación de un Estado para el pueblo palestino».
- Realismo y humildad. Sarkozy aseguró haber aprendido que la «voluntad no puede con todo».