Alimentación
Variedad y moderación
Llega el otoño y, con él, iniciamos un nuevo ciclo. Si el veraniego tenía como exponentes más comunes la «recuperación de la línea», la hidratación, y las precauciones frente a las intoxicaciones alimentarias en las vacaciones, la llegada de los fríos vuelve a acercarnos a los excesos de «medicalización» en nuestra alimentación: ¿Qué debo comer y beber, en mi dieta diaria, para prevenir catarros, no coger la gripe, etc, etc? Esta postura ante los alimentos que consumimos se exacerba en determinados momentos. Cada vez está más presente en la concepción de la alimentación por parte de muchos consumidores. Y es lamentable porque nos lleva a incurrir en visiones muy reduccionistas del hecho alimentario.
Por estar excesivamente pendientes de determinados atributos preventivos dejamos de considerar otros aspectos nada desdeñables. Me refiero a otras variables que, aun en su subjetividad, condicionan seriamente la opción de compra y consumo: ¿Está rico? Perseguir y mantener la vertiente placentera de la alimentación no es incompatible con cuidar nuestra salud con lo que comemos. ¡Al contrario! ¿Qué hacer, entonces? Lo más fácil sería orientar nuestro afán preventivista a estos tres parámetros: Variedad, Equilibrio y Moderación. En una dieta variada, verdaderamente diversa, estarán sin duda esos nutrientes que podrán ayudarnos –en conjunción con tantos otros factores– a prevenir algunos problemas de salud. Tampoco es mala prevención cuidar el balance equilibrado entre las calorías que consumimos y las que gastamos: No desayunemos como labriegos para vivir como oficinistas. Y, por supuesto, moderación. Como decía uno de nuestros grandes referentes en nutrición, «un poquito de todo y un muchito de nada». La salud, vendrá por añadidura.
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