Los Ángeles
«Prohibir los toros es política quien no quiera ir a la plaza que no vaya»
Nos cita a las 10:30 de la mañana porque media hora después ha de tomar un taxi con destino al aeropuerto de Barajas. El avión le dejará en Pekín (sí, han leído bien), donde va a cantar una función en un teatro pequeñito, de 250 butacas en forma de tronos (y al que Plácido Domingo da tanta importancia de palabra y con gestos como a La Scala) y «que es una petición que no he podido rechazar». Parece mentira que apenas unas horas antes de este encuentro, tan rápido como intenso, este caballero y señor de la ópera antes que tenor haya arrancado a Madrid más de 30 minutos de aplausos con un «Simon Boccanegra» que ya está instalado en la historia del Teatro Real.-Lo primero es darle la enhorabuena porque ha hecho lo que nadie había conseguido antes en el coliseo: 15 minutos de aplausos en una primera representación; 23 en la segunda, y 32 en la última. Ha pulverizado sus propios récords.-La verdad es que ha sido algo absolutamente extraordinario y he sentido una emoción como pocas veces. Siempre me ha parecido algo muy especial cantar en Madrid, pero lo de estos tres días... A pesar del tiempo y de los años existe un cariño con el público que no se rompe. Además, se producía en unas circunstancias muy concretas. Me voy más que feliz de mi casa.-Cuesta entonces pensar que se haya llegado a decir que el Teatro Real tiene un perfil bajo al ver lo que ha sucedido estos días.-No sé quién puede haber dicho algo así , porque quien lo diga no debe tener una idea clara de lo que está hablando. Desde que se inauguró posee un perfil muy importante; además, es un teatro nuevo que necesita un rodaje, pero qué más se puede pedir: tiene un repertorio variado, cantantes de primera, un equipo que lo ha sabido dirigir y que lo ha hecho de maravilla como el maestro López Cobos y Antonio Moral... Si he de ponerle alguna pega lo único que podría decir es que me gustaría que tuviese un aforo mayor, nada más.-¿Qué siente un cantante cuando el público de un teatro en pie le pide una y otra vez que no se vaya del escenario?-Una emoción indescriptible. Yo siento que allá donde vaya tengo que dar lo mejor. Con Simon sabía que iba a pasar algo así, pero no tanto. Si estoy bien de voz, me olvido de que estoy cantado. En Madrid ha habido entrega, complicidad y comunión, y eso te produce tanta satisfacción... El desgaste en estas tres funciones ha sido más emocional que vocal. Siempre pensé que quería retirarme de esta profesión cantando el Simon, pero me ha llegado demasiado pronto, porque aún me siento con ánimo de seguir. -Se le ve estupendamente, tan sosegado, con esa sensación de paz que transmite.-Me encuentro muy bien. Y seguiré... hasta que un día salga al escenario y diga: hasta aquí. Si fuera mío el plan de retirada me gustaría cantar en 20 o 25 teatros por todo el mundo e incluir una función de Boccanegra, dirigir una ópera y hacer un concierto grande para 10.000 o 12.000 personas. Sería una buena despedida con un personaje extraordinario.El poder de improvisar-Lleva cincuenta años en el escenario y ha vivido los cambios y las transformaciones de la ópera. ¿Han sido tantos?-Lo único negativo de la ópera es que antes, hace años, se podía improvisar todo. Ahora puedes no volver al sitio en que acabas de cantar hasta dentro de dos o tres años por temas de planificación. Hoy, todo está programado. (Cuenta entonces una anécdota sobre Caruso al que, ya embarcado y en alta mar, le pidieron volver al teatro de donde había salido para cantar un par de funciones. «Hoy sería impensable algo así», comenta).-Un detalle, por cierto, en un día como ayer (por el miércoles) que, tras la función del Real, se quitara la capa roja de Simon y diera unos pases toreros, después de conocerse la prohibición de los toros en Cataluña.-Salió así. Vi que el público gritaba «torero, torero» y daba palmas seguidas (y hace el gesto con sus manos), así que me pareció lo mejor y me arranqué con un par de verónicas. El hecho de prohibir los toros es desgracidamente un acto político, no creo que se esté protegiendo a los animales. El toro de lidia está criado para eso, se pasa cinco años viviendo de una manera señorial y sale al ruedo para sufrir 15 minutos. ¿Por qué prohibirlo? El que no quiera ir a una plaza que no ponga el pie. Yo creo, además, que no va a ser algo definitivo y que se va a corregir. Los toreros son artistas que dan lo mejor y se juegan la vida, es una tradición nuestra, un arte verdadero.-También ha vivido estos días la salida de Raúl del Real Madrid al Schalke.-Ha sido muy triste su marcha así, después de 16 años gloriosos, porque es uno de los jugadores más grandes del Real Madrid, un emblema, como lo han sido Gento o Amancio. Creo que un jugador de su talla no puede estar en el banquillo. Espero que en la Copa de Europa no tengamos que enfrentarnos al Schalke y nos meta un montón de goles.-¿Le ha cambiado mucho la vida padecer un cáncer?-Claro que cambias, y te das cuenta de que todo lo que tienes se puede ir en un minuto, que aquí estás de paso. Aprendes a mirar con más tranquilidad, a quitarle importancia a lo que no la tiene y a dársela a lo que realmente lo merece. Lo más importante es tener salud. Yo, allá por donde voy, invito a la gente a que se haga chequeos. Descuidarse marca la diferencia porque pueden ser años de terapia. Yo he tenido mucha suerte.-Seis semanas de descanso con su ritmo de vida, ¿se le hicieron cuesta arriba?-La verdad es que no. No sentía la necesidad de cantar porque estaba dolorido y eso te condiciona. Me supo mal tener que cancelar funciones en Berlín y Múnich, pero estaba tranquilo porque veía que cada día me sentía mejor. Aproveché el tiempo con mi familia y el ritmo se hizo lento, tan diferente al del teatro, al de cada día.-Le daría tiempo para pensar. Imagínese, por ejemplo, que le ofrecieran dentro de unos años dirigir el Teatro Real.-La verdad es que no lo he pensado. Siempre he dicho que sería muy difícil dirigir en España, aunque sí se dieran las condiciones artísticas y de experiencia... Por ejemplo, imagínese si me reclamaran porque Mortier se fuera a dirigir el Metropolitan... Además, ya no me apetece tanto hacerlo, lo más importante es continuar en el escenario. Yo estoy al frente de la Ópera de Los Ángeles y de Washington y la dirección me hace perder mucho tiempo. Aunque, no le voy a engañar, en España se está muy bien y si estás rodeado de un buen equipo... No me atrevería a tomar una decisión así en activo.-A principios de septiembre le espera un «Rigoletto» en Mantua que se rodará a tiempo real, como ya hizo años atrás con «Tosca».-Serán los días 4 y 5 de septiembre y se desarrollará en los escenarios auténticos donde sucedió y en el momento en que pasó. Así que rodaremos mañana, tarde y noche. Lo van a retransmitir 138 televisiones, unas en directo y otras en diferido.-Ha cumplido el sueño de ser Boccanegra, pero le quedarán más, supongo.-Me tienta cantar más papeles de barítono y títulos verdianos, siempre muy presentes en mi carrera. Soy una persona llena de curiosidad: si quisiera hacer todo lo que me apetece, necesitaría tres vidas.
El pecadillo de comerse una gominolaAunque haya colgado de momento la imponente capa roja que viste Simon Boccanegra, su presencia es inmensa. Llega sin hacer ruido y nos saluda como un amigo. Todo el personal del hotel le conoce y a cada uno da su lugar, con una palabra cariñosa, con un gesto de cercanía. Y no se puede ni quiere privar de llevarse a la boca una gominola, que le encantan. «Éstas están buenísimas», dice justificando la travesura. Tiene el tiempo justo, pero es capaz de prolongar un minuto más allá de sesenta segundos. Él puede. Se despide cariñoso de su esposa Marta, tan cerca siempre, mientras el fiel Hoffstoetter le marca el reloj y Cipri le araña como puede unos segundos para posar con unos balones. «¿Quieres que juegue con ellos?», pregunta. Ésta es su fotografía.
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