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OPINIÓN: Educar la voluntad
En todas las lenguas existen dos palabras muy importantes. Son «sí» y «no». Saber pronunciarlas fortifica, es signo de madurez, de poseer una voluntad forjada, de ser una persona de carácter. Se cuenta de un joven que había recibido una buena educación. En la universidad o en el trabajo, rompió con sus ideales. Se dejó arrastrar por las pasiones. La abulia invadió su interior. Se sentía abatido, triste, esclavo, anulado en su auténtica personalidad. Quería una cosa y hacía otra. Un día encontró a una persona sabia. Le citó unos pensamientos de un esclavo, como cuenta Epícteto: - «No te preocupes de satisfacer las necesidades de tu cuerpo, de tu estómago, sino aquellas que pertenecen a tu espíritu, a tu alma». Después le dijo que «podía rehacer su personalidad, recobrar su antiguo vigor reeducando, fortaleciendo su voluntad, enseñándole a vencerse a sí mismo, en pequeños actos, y convertirlos en hábitos». Agustín de Tagaste enseñaba: «Homines sunt voluntates», «los hombres son voluntades».
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