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Ser judío en España

La comunidad israelita española, con 40.000 miembros, vive con preocupación los asesinatos de Toulouse y una nueva ola de antisemitismo. «Si mis hijos tienen que ir a una escuela judia con vigilancia, algo grave está pasado.

Ser judío en España
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De repente, el antisemitismo de nuevo. Los terribles asesinatos de Toulouse han bastado para que una nueva ola de terror contra la integridad judía recorra el mundo y eleve el nivel de protección a colegios hebraicos y sinagogas.

«¿Por qué no en España? Debemos estar alertas y esperamos recibir protección de las fuerzas de seguridad como cualquier español», manifiesta Guido Ruda, empresario bonaerense, judío de origen ashkenazi, que ha vivido ocho años en Israel. Español desde 1979, está casado con una sefardí y es padre de dos hijas. Esther Bendahan –escritora y directora del área de cultura del Centro Sefarad Israel– matiza: «Si mis hijos tienen que ir a una escuela judía con vigilancia o yo voy a una sinagoga vigilada (lo peor de todo es que nos acostumbramos; lo vemos normal), algo grave está pasando. Además de la amenaza general que se vive en Occidente, los judíos tenemos un plus».

El joven Isaac Chocrón, de 13 años, expresa su sentir como judío: «Mis vecinos se sorprenden al verme comer matsa (pan ácimo) en la festividad de Pesaj, ya que es un alimento desconocido para ellos. Cuando voy a sus casas se sorprenden al ver que no puedo comer jamón. Pero lo respetan.... Aunque generalmente no tengo problemas, en algunas ocasiones la cuestión se tensa: como cuando me enfadé con un amigo y me llamó «judío de mierda»... O cuando en un partido de fútbol contra otro colegio los alumnos se asomaron a la ventana enseñándonos libros relacionados con el Holocausto y nos tildaron de «judíos asquerosos».

No deberíamos odiar en vano, mucho menos cuando se trata de una comunidad que reducimos a rostros borrosos, evanescentes y estereotipados, y proyectamos sobre ellos prejuicios arquetípicos. Porque, ¿qué sabemos realmente de los cerca de 40.000 judíos que residen en nuestro país? ¿Nos hemos preocupado por conocer su Talmud, por saber qué hacen en el «shabat» o qué es el Yom Kipur?

Guido Ruda se ofrece como un magnífico guía intercultural: «El Creador trabajó seis días en la creación y el séptimo descansó. Este día es el Shabat. Se descansa del trabajo y los ortodoxos lo dedican al estudio de la Torá. Realmente comienza el viernes, cuando anochece, y termina cuando sale la tercera estrella del sábado. La mayoría de los judíos se reúnen en familia después de acudir al servicio religioso para cenar todos juntos. El sábado por la mañana, tras acudir a la sinagoga, también nos juntamos para el almuerzo y procuramos invitar a algún correligionario que está solo». Esther Bendaham añade: «También es un día de descanso (el primer estatuto de los trabajadores del mundo). El derecho a dejar de laborar una jornada supone toda una revolución, como decía el poeta Paganí».

Isaac Chocrón acaba de celebrar su Bar Mitzvah: momento en que un varón a los 13 años –o una mujer a los 12 (Bat Mitzvah)– pasa a ser miembro de la comunidad asumiendo su responsabilidad de adulto. «Fue un año de mucho estudio, ya que tenía que leer un capítulo de uno de los cinco libros de la Torá, delante de los asistentes a la sinagoga. Para mí, supone haberme hecho responsable de mis actos y ser yo quien decide si cumplir los preceptos del judaísmo. Fue el mejor día de mi vida, rodeado de todos mis familiares. Al terminar el servicio religioso, me sentí aliviado y muy feliz viendo la emoción de mis padres y familiares. La fiesta fue muy divertida, no paramos de bailar y recuerdo el encendido de velas, que es un acto en el cual llamé a algunos familiares, amigos y profesores para que encendiéramos juntos un cirio en muestra de agradecimiento. Cada vela representaba un deseo: solidaridad, paz, unión familiar, memoria de las personas que ya no están...».

Un judío en la actualidad

«Hoy día –remarca Esther Bendaham– hay judíos agnósticos, laicos, ortodoxos, reformistas, conservadores, jasidicos, místicos… Incluso a quienes les gusta el fútbol y el jamón. Somos diversos, con maneras diferentes de vivir las mismas tradiciones o de no vivirlas. Unos practicamos, otros no; es imposible ponerse de acuerdo, como en el resto de creencias». Ella es judía sefardí, descendiente de aquellos que, tras la expulsión de los Reyes Católicos, conservaron el idioma y la llave de sus casas cuando marcharon al exilio, porque pensaron que algún día volverían a su Sefarad. Una comunidad muy abierta y permisiva, con una manera alegre y mediterránea de entender la vida; racional a la vez que con elementos espirituales. Los Reyes Católicos los expulsaron de la Península hace más de quinientos años hicieron tan bien la limpieza religiosa que hoy prácticamente no quedan. Entonces representaban el 10 por ciento de la población, por lo que en la actualidad serían 4.700.000. Pero la proporción actual es cien veces menor y representa poco más del 0,1 de la población española (en Francia son 550.000).

Un judío en la actualidad se imbrica a la perfección en la cotidianeidad social, atendiendo a ciertos preceptos: «Desde el nacimiento de un niño o niña –matiza Guido Ruda– hay una serie de actos por los que todo judío practicante pasa. Si es varón, es circuncidado y se le da el nombre a los ocho días, se llama Brith Milá –«el pacto de la palabra» entre Abraham y Dios (Génesis 17:1-14)–. Si es niña, se hace una ceremonia para darle el nombre. «Nuestra religión también nos enseña cómo respetar el luto por un familiar consanguíneo y cómo hacer llevadera una pérdida. Nuestro luto es de un año por nuestro calendario, siendo la semana y el mes desde el entierro fechas en las que se respetan de forma especial hasta el cumplimiento del ciclo».

El matrimonio es otro aspecto importante. Para Esther Bendahan, «es casi un matrimonio civil, un contrato para que la mujer vea protegidos sus derechos (hoy parece normal, pero se trata de un contrato con una estructura de hace cientos de años)». Guido continúa: «Las bodas se realizan bajo el palio nupcial y con la presencia de testigos bajo las leyes de Moisés y el pueblo de Israel. Se rompe un vaso de cristal en recuerdo de la destrucción del templo de Jerusalén por los romanos en el año 70 de la era común. Son siete las bendiciones que se les dan a los novios, en los que aparece el entrelazamiento de la vida individual judía con los destinos colectivos del pueblo de Israel». Escuchadas las explicaciones cotidianas, Isaac, desde la inusitada madurez de sus 13 años, resume a la perfección la fe que le mueve: «Me esfuerzo por ir cumpliendo más preceptos. De vez en cuando, acompaño a mi padre a visitar a personas mayores que están solas; todos los viernes por la noche y sábados por la mañana, voy a la sinagoga. Confío en que todo ello me convierta en un mejor ser humano».

Se les respetan los mismos derechos que a los demás ciudadanos, pero en Europa se mantienen estereotipos culpables del delito de convertir a quienes lo padecen en antisemitas. «Se empieza con una broma y se acaba disparando a las escuelas, por eso hay que estar atentos, pedimos que se cuide el lenguaje en lo referente al sexo, también hay que revisar nuestro lenguaje sobre otras culturas nacionales», matiza Esther Bendahan. El antisemitismo de finales del XIX, denunciado por Zola en su famoso «Yo acuso», no ha sido del todo superado.

Al calor de la crisis ha aumentado. «Los que lo mantienen no han visto un judío en su vida, y si lo han visto, no tenían ni idea de que lo eran. Se basan en los estereotipos que hay que combatir», asegura la directora del área de cultura del Centro Sefarad Israel. Guido Ruda concluye: «Somos pocos en España, desconocidos y sometidos a prejuicios. Me tengo que referir al conflicto árabe-israelí. Ciertos medios mezclan las políticas de los diferentes gobiernos democráticos del Estado de Israel, con el pueblo judío. Mezclan términos como israelita (de religión judía) con israelí (súbdito del Estado de Israel). Se confunde nacionalidad con religión, en tanto que en el Estado judío hay otros credos respetados. ¿Algún día nos daremos cuenta de que la base de Occidente es judeocristiana?».