Columbus
«Se acabó nos vamos a casa»
«Alivio» fue la palabra más repetida en la madrugada del miércoles al jueves cuando se confirmó que la última unidad de combate estadounidense salía de Irak por la frontera con Kuwait. Alivio por haber sobrevivido. Lo repetían los soldados y sus familiares desde Estados Unidos. Se acabó la angustia que ha durado siete años y medio.
Anoche llegó el momento soñado por muchos, y la satisfacción de Obama, que cumple así la promesa electoral hecha en 2008 con 15 días de adelanto. Un tanto que podrá sacar a relucir en plena campaña para las elecciones de mitad de legislatura al Senado y a la Cámara de Representantes de noviembre. «Mantenemos la promesa que hicimos cuando empecé mi campaña a la Presidencia», dijo el miércoles en un acto demócrata en Columbus (Ohio). «Al final de este mes, nuestra misión de combate en Irak habrá acabado».
De madrugada, los últimos centenares de soldados de los 4.000 que forman la 4ª Brigada de la Segunda División de Infantería cruzaron por tierra en vehículos Stryker los 500 kilómetros de desierto de un territorio potencialmente hostil que vigilaba el Ejército iraquí –adiestrado por los estadounidenses en los últimos meses–. «Buen trabajo», les gritaban sus compañeros cuando cruzaban la frontera con Kuwait, convertida en los albores de ayer jueves en una simbólica línea de meta. «Se acabó, nos vamos a casa», decían otros.
La emoción era tal que hubo quien no dudó en encenderse un puro, como mostraban las imágenes de la cadena norteamericana MSNBC. Ya con los pies en Kuwait, los soldados vaciaron los cargadores de sus armas, sin duda la prueba icónica del final de siete años y medio de guerra. Aunque la mayoría de los miembros de la brigada había salido un día antes, el anuncio se retrasó por motivos de seguridad, confirmó el capitán Christopher Ophard, portavoz de la 4ª Brigada Stryker. Tras esta retirada, permanecen desde ayer en Irak 56.000 militares cuya misión será la de entrenar, enseñar y ayudar al Ejército iraquí que, desde ahora, y sobre todo a partir de enero de 2012 –cuando la salida estadounidense sea definitiva–, tendrá que arreglárselas por sí solo para defender al país de la insurgencia local y de las amenazas internacionales. Se quedan también en Irak las vidas de 4.415 soldados norteamericanos. El 1 de septiembre habrá una ceremonia que marcará el final definitivo de la misión de combate, la operación «Libertad Iraquí» iniciada en 2003, y el comienzo de la nueva tarea, la de entrenamiento, rebautizada como «Nuevo Amanecer».
Horas después de conocerse la salida, Washington confirmaba que supliría la presencia de los soldados aumentando el personal de seguridad privada de 2.700 hasta 7.000, informó el Departamento de Estado. Estos agentes privados se encargarán de operar los radares para detectar el lanzamiento de cohetes por países enemigos, detectar bombas en los márgenes de la carretera e incluso organizar cuerpos de evacuación para ayudar a la población en situación de emergencia. Obama cumple así su palabra, pero queda en el aire ver si se cumple la predicción del jefe del Estado Mayor iraquí, el general Babakar Zibari, que dijo hace una semana que su Ejército no estaba, ni lo estaría hasta 2020, preparado para proteger por sí solo a la convulsa república. Algo que muchos iraquíes piensan para sus adentros mientras crece la sensación de que el presidente Obama les ha dejado «a los pies de los caballos».
Sin embargo, el portavoz del Gobierno iraquí en funciones, Alí al Dabag, afirmó ayer que las Fuerzas de Seguridad nacionales del país árabe son capaces de asumir las misiones que se les encomienden. «Hemos optado por asumir la misión de mantener la seguridad del país nosotros solos, sin la necesidad de ayuda extranjera», informa Efe.
Cabe recordar que el pasado martes un atentado suicida causó al menos 61 muertos entre los reclutas que esperaban para alistarse en el Ejército, poniendo en duda la capacidad de los iraquíes de protegerse sin ayuda internacional. La diligencia de Obama en el cumplimiento de la fecha prometida de abandono de tropas se produce en pleno debate del calendario de retirada de Afganistán, previsto para el próximo año. El poder militar ha pedido al presidente que desoiga la demanda de algunos demócratas y aplace la salida de Asia Central para culminar la estrategia militar contra la insurgencia que pusieron en marcha hace unos meses y que empieza a obtener sus frutos.
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