F.C. Barcelona
La última obra de «Pinturicchio»
Tiene 37 años. Se ha pasado 18 en la Juventus, el club más laureado de Italia, donde se ha convertido en una leyenda. Ahora lucha por el liderato en el «Calcio», pero en junio dirá adiós como «bianconero» y se llevará su magia a otra parte. Alessandro del Piero (9-11-1974, Conegliano) es a la Juve lo que Xavi es al Barça o Raúl al Real Madrid. Un mito.
Barcelona- El 28 de junio de 1993, un jovencísimo Del Piero era recibido en la antigua sede de la Juve, en Piazza Crimea, por Gianpiero Boniperti, presidente y el hombre que tuvo durante 40 años los récords de partidos jugados y goles de la «Vecchia Signora». 18 años después, esas marcas están en posesión de aquel menudo gambeteador que fichó del Pádova. Tan impresionado quedó Del Piero cuando vio la sala de trofeos que firmó un contrato en blanco. «Ha escrito la historia de este club. Decir Del Piero es decir Juventus, y decir Juventus es decir Del Piero», apunta a LA RAZÓN desde su casa en Italia Marcello Lippi, el técnico que más ha marcado la carrera de la leyenda juventina.
Con Lippi, Del Piero creció como jugador y como persona, y vivió sus mejores momentos con la Juventus. «Era un hombre muy querido dentro del vestuario. Es un gran profesional, muy serio», recuerda el técnico de Viareggio. La pareja Lippi-Del Piero fue la artífice del triunfo de Italia en el Mundial de 2006, por el que recibió la Orden de Mérito de la República Italiana. «Es un jugador fantástico, espléndido, su labor en el vestuario fue muy importante», recuerda el preparador toscano.
En 1996, Del Piero levantó su única Liga de Campeones en una apretada final contra el Ajax, que se decidió en los penaltis. Junto a Lippi, Del Piero alcanzó otras dos finales, de las que no guarda demasiado buen recuerdo. En 1997, el Borussia Dortmund pasaba por encima de la Juve (3-1), aunque Del Piero anotaba su único gol en una final. Ya en la segunda etapa de Lippi en la Juventus, los blanquinegros perdían ante el Milan, por penaltis. Del Piero, entonces ya capitán, marcó el quinto de su equipo, pero Shevchenko replicó y le dejó sin título. Entre estas dos derrotas, hubo una tercera –ante el Real Madrid–, sin Lippi en el banquillo, que llegó tras unas acusaciones de dopaje, que luego fueron descartadas, pero que le hicieron mucho daño.
«Pinturicchio», apodo que le puso el ex presidente juventino Gianni Agnelli al compararlo con el artista renacentista, vio peligrar sus carrera el 8 de noviembre de 1998, el peor día de su vida. Quedaban pocos minutos para el final en el Friuli, la Juve ganaba al Udinese y Del Piero luchó por un balón casi perdido. Su rodilla izquierda quedó destrozada. «Aún hoy me pregunto por qué corrí a por ese balón», reflexiona el jugador. Un durísimo proceso de recuperación le convirtió en un futbolista mucho más fuerte y más inteligente.
Cuando en junio abandone la Juventus, dejará un hueco muy grande. «Es una bandera del club, es de los pocos que ha jugado casi toda su vida allí. Es un jugador ‘‘top'', puede seguir al máximo nivel», destaca Lippi. Del Piero se marchará con la alegría de haber podido vivir la primera temporada en la nueva casa de la Juve, el Juventus Stadium, después de unos tristes años en el desangelado Delle Alpi. En el nuevo campo, cerca de la «curva Scirea», hay una pancarta que le rinde honores: «Ale non si discute, si ama». Del Piero es indiscutible.
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