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Del interrogatorio maratoniano a la «trampa» contra las filtraciones
PALMA DE MALLORCA- Catorce horas y media de interrogatorio al yerno del Rey acabaron por crispar los nervios de los abogados ayer en Palma. Aun conociendo la fama del juez José Castro de inquisidor con exhaustivo rigor y sin presión alguna por el paso del tiempo, los letrados quedaron ayer al borde de la extenuación. El magistrado de Instrucción más famoso de Baleares abocaba a las partes a seguir los acontecimientos de madrugada tras las centeneras de preguntas formuladas al yerno del Rey. En el exterior, periodistas, gráficos y fuerzas de seguridad apenas podían contener su cara de agotamiento.
En el transcurso de un receso a media tarde, algunos abogados comentaban que había «para largo» o que tendrían que «cancelar el vuelo de avión» después de que se llegara a las 20 horas de interrogatorio al duque de Palma.
Y después de las preguntas de los fiscales, tenía que realizarse el interrogatorio de la acusación particular y de la Comunidad Autónoma, y finalmente, era el turno de los abogados. Comprensible exasperación.
Mientras, el instructor del «caso Urdangarín» quiere poner coto a las filtraciones que se están produciendo en torno a la declaración del duque de Palma. Consciente de que, una vez que el testimonio esté recogido por escrito, y se distribuya a las partes personadas en la causa, el riesgo de que se airee su contenido en los medios de comunicación aumentará, habría ideado una polémica solución para evitarlo. Según aseguraron fuentes jurídicas, el juez José Castro podría estar barajando la posibilidad de cambiar determinadas palabras en la redacción del escrito para, sin alterar el sentido literal del texto, identificar a los hipotéticos responsables de las filtraciones.
De este modo, Castro conseguiría seguir la pista de quienes hayan infringido el deber de secreto que todavía ampara a las actuaciones.
Idea descartada
Sin embargo, fuentes próximas al magistrado descartaron esa posibilidad y aseguraron que, en todo caso, se trataría de una manera de poner en guardia a las partes para que se lo piensen dos veces antes de facilitar a la prensa la transcripción de las declaraciones del duque de Palma.
El instructor sabe que la difusión al detalle de la comparecencia del duque de Palma extendería la sombra de la sospecha sobre todos los presentes en la misma. Sea como fuere, la posibilidad de que las copias estén de alguna manera marcadas (como ya sucedió, sin ir más lejos, con algunas partes del interminable sumario del 11-M) para evitar filtraciones ha puesto nervioso a más de uno.
Hasta tal punto ha llegado el malestar del juez ante las indiscreciones que han salido a la luz sobre los dimes y diretes del sumario que Castro tiene incluso perfectamente identificado el sello con el que queda marcada la copia original de cualquier diligencia (al parecer, no es exactamente igual al que se estampa en las demás copias), de manera que, insisten las fuentes consultadas, ha descartado, nada más ver el sello, que determinadas reproducciones de declaraciones judiciales aireadas en los medios recientemente hayan salido de su propio juzgado.
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