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Actualidad
Crazy Horse París al rojo vivo
Cuándo: del 21 de diciembre al 8 de enero. Dónde: Teatros del Canal. Madrid. Cuánto: de 18 a 85 euros. Tel. 902 488 488.
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Vayamos al grano: cuando entren al teatro, les espera una decena de atractivas jóvenes con poca ropa en números de alto voltaje. En el cartel de «Forever Crazy», una de las vedettes se sube a lomos de una Torre Eiffel elevada en un ángulo inequívocamente fálico. ¿Cuál es la diferencia –pensará más de un lector– con los habituales espectáculos de variedades que huelen a alcanfor en los que ya casi sólo se puede encontrar entre el público a soldados de permiso y jubilados anacrónicos? Las hay, «mon ami»... Las burbujas (del champán), las estrellas (no en Madrid, pero han tenido nombres como Dita von Teese), la ropa (poca, pero cara)... En fin, a sus responsables les gusta resumirlo en una palabra: estilo. No venden sexo: «Trabajamos el arte de la frustración», asegura su directora general, Andrée Deissenberg. Dicen que Crazy Horse es el cabaret con más clase de la ciudad de los cabarets, París, y eso es mucho, porque allí nació el género: espectáculos escénicos consagrados al erotismo y la picardía, al deseo sin consumar, al guiño y la tentación entendidos en su versión más epicúrea y efímera. «Crazy Horse siempre ha trabajado con un erotismo muy elegante y sofisticado, con sensualidad, un erotismo casi intelectual. Eso, hoy en día, está viviendo un revival por muchas razones: creo que una es la sobresaturación de sexo fácil, demasiado visual y gráfico. Eso a las mujeres no les gusta. A los hombres, quizá, pero no deja de ser muy obvio. El nuestro es más sofisticado, algo más complejo», explica la responsable de la compañía. Y habla de mujeres porque son parte de su público: «Tenemos muchas, nuestros espectadores no son sólo hombres, hay maridos que vienen con sus mujeres, incluso alguna que se anima a venir sola». Y explica: «Las mujeres, quizá gracias a series como "Sexo en Nueva York", a todo tipo de movimientos, a que ganan su propio dinero y hay más divorcios... Creo que todo eso ha hecho que sean más dueñas de sus cuerpos y su sensualidad».
El auge del «burlesque»
Deissenberg habla de otro factor clave: «El movimiento del "burlesque"ha ganado fuerza», reconoce. «Eso ha ayudado al Crazy Horse, que es la respuesta parisina al movimiento del "burlesque"americano. Somos como primos, pero no lo mismo». Crazy Horse también se diferencia de otros espectáculos, claro, en la «carne» con la que comercia, que, para qué negarlo, en estas cosas tiene su importancia. Todo está medidísimo y miradísimo: las diez bailarinas que actúan en «Forever Crazy», el espectáculo que llega a Madrid, son todas de bellas facciones, todas entre 168 y 172 centímetros de altura, todas en una media de 20 años, aunque esto no sea obligatorio y alguna mantenga su estatus hasta una envidiable madurez... Y todas uniformadas, como en aquel «Simply Irresisitible» de Robert Palmer, pero más ligeras de indumentaria y con peluca de flequillo recto. «Deconstruimos a la bailarina clásica y la reconstruimos en una "Crazy Girl"», sentencia.
Crazy Horse lleva seis décadas instalado en París. Alain Bernadin lo inauguró el 19 de mayo de 1951, y hace diez años crearon un segundo cabaret estable en Las Vegas. En 2005 cambió de dueños, explica Deissenberg. Ella llegó en 2006. Llegaba curtida del Cirque du Soleil y le encargaron un show para una gira mundial. Ella pidió poder estrenar antes un nuevo espectáculo en París a imagen y semejanza de los clásicos. Y empezó a traer estrellas invitadas: la primera fue la reina del burlesque y ex señora de Marilyn Manson, Dita von Teese, durante una semana. El siguiente paso fue mejorar el apartado tecnológico –proyecciones y sonido renovados– y pedirle a Philippe Decouflé, un conocido director y coreógrafo, que creara un nuevo «show». Le llevó un año hacerlo y el resultado fue «Désirs», en 2009.
«Cuando vi que todo funcionaba, fue el momento de volver a hablar con los propietarios y les dije: ahora estoy lista para dirigir un montaje que haga una gira mundial». El resultado, en 2010, fue «Forever Crazy», que Deissenberg define como un «lo mejor de»: reúne desde números de inicios hasta los diseñados por Decoufflé.
Un canon que se mide en el pecho
Rubísima y elegante, Andrée Deissenberg (en la imagen) podría pasar por una guapa bailarina con talento que supo reinventarse. Lo cierto es que nunca lo fue; lo suyo ha sido siempre la dirección. Pero lleva el mundo del espectáculo en las venas, habla con naturalidad de las exigencias del montaje y da los detalles que se le piden: las chicas del Crazy Horse pasan un exigente casting, han de medir entre 168 y 172 cm. y pesar entre 52 y 60 kilos, aunque en este apartado se admite una diferencia de dos kilos... arriba o abajo. Y es importante el matiz, porque evita dar la impresión de que se les exige estar delgadísimas: «A veces le hemos tenido que pedir a alguna bailarina que ganara peso porque se estaba pasando», cuenta. Y dice que ya no se sigue la regla del bolígrafo –en el cabaret clásico, si los pechos de la bailarina lo sujetaban sin ayuda contra su torso, la chica no pasaba el corte–, pero ojo al dato: entre pezón y pezón se guarda celosamente un canon: 21 cm.
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