Agencias de calificación
Agencias por José Ramón Pin Arboledas
Mariano Rajoy dijo el 14 de mayo: «Las agencias de rating no dirigirán la política económica». Verdad, pero influyen. Bastó que ayer anunciaran que podrían revisar las calificaciones de la banca española por la noche para que la Bolsa cayese. No es bueno matar al mensajero. Sin embargo, si –como se dice en teoría de la comunicación– el medio es el mensaje, la cosa cambia.
Hoy, las agencias son el mensaje. Su poder ha crecido y hay que sospechar de un poder desproporcionado; tiene toda la pinta. Si estas entidades son las mismas que alabaron a Lehman Brothers a punto de desaparecer o comparan a España con Namibia en su capacidad crediticia, se puede sospechar que pecan de ligeras o tienen intenciones ocultas. Siendo sociedades capitalistas, teniendo intereses concretos en su capital, podría pensarse que sus apreciaciones responden a sesgos interesados.
No siempre lo público es mejor que lo privado y viceversa. Una apreciación subjetiva, como ésta, por muchos modelos matemáticos en que se soporte, debería estar alejada de cualquier sospecha. En este caso, a lo mejor, un organismo público independiente, regido por técnicos alejados de cualquier tipo de relaciones económicas y políticas, pudiera ser el mejor modelo de gobernanza. Es lo que, a veces, se pide en Europa por el BCE, para dotar a las calificaciones de credibilidad.
José Ramón Pin Arboledas
Profesor del IESE
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