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Antonio Galadí: «Hace falta mano dura reconducir el talento y desterrar los vicios»

Antonio Galadí: «Hace falta mano dura reconducir el talento y desterrar los vicios»
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Sevilla- Para los trabajadores y los cinco millones de parados, los bancos y los empresarios son los malos de la película...
–Eso lo dicen los sindicatos, ¿no?

–¿Las multinacionales tienen la culpa de esta visión?
–El 95% de los empresarios de España y el 90% de los del mundo desarrollado son pequeños y medianos. Somos parte perjudicada de forma notoria de la situación actual. Nadie cae en la problemática inmensa que significa que cientos de miles de pequeños empresarios lo hayan perdido todo y estén en la indigencia.

–¿Y la banca?
–Saldremos de la crisis, pero los empresarios nos estamos valiendo de 40.000 artimañas. El aparato locomotor de la empresa, el banco, no existe hoy. Un tanto muy elevado de empresarios españoles, más del 50%, ha perdido su patrimonio. Sin garantías, los bancos desaparecen.

–¿Cuáles son las perspectivas?
–Yo confío casi totalmente en que las medidas que se están tomando, y las que se van a tomar, sean todas tendentes a salir de una situación alarmante. Posiblemente no hayamos tocado fondo.

–¿Entonces?
–El desempleo va a crecer de forma espectacular en los próximos meses, pero todo sea porque al final veamos la luz de este largo y tortuoso túnel.

–En Sevilla hay 235.000 parados, ¿hasta qué número llegará?
–El Gobierno central está en el límite que le permite la economía para cubrir el desempleo y las pensiones, pero se superará. El desempleo crecerá porque una serie de empresas públicas, que no han hecho la labor que hemos hecho obligados los empresarios privados, se van a desprender de parte de sus plantillas. El incremento del paro va a ser vigoroso. Pero todo sea por el saneamiento de la economía. En Alemania, hace ahora cinco años se abordaba una reforma laboral similar. Han tardado dos años y medio en ver los frutos. En España hemos estado varias décadas con una legislación laboral caduca que en parte viene del régimen anterior, de Franco; y después, con la democracia, llegó el estatuto de los trabajadores que complicaba y judicializaba las relaciones laborales. La reforma laboral española va a ser más espectacular porque el diferencial es abismal.

–Los trabajadores no aceptan la reforma y se echan a la calle...
–Es lógico, pero la mayoría de los españoles somos conscientes de que cuanto más profunda sea la reforma, mejor. La única forma de salir de donde estamos es con reformas serias y contundentes.

–¿Cómo define la reforma?
–Nos saca del pasado y nos mete de lleno en el futuro.

–¿Se ajusta a la necesidad del empresario?
–Totalmente. Es una reforma que tiene un montón de resortes, lo que hace falta ahora es hacer pedagogía para que los empresarios sepamos hasta dónde podemos llegar. A partir de ahora habrá armas para combatir un virus que nos infecta como es el absentismo, el sector público no va a ser intocable, las empresas en situación crítica se podrán descolgar de los convenios... El empresario tendrá de verdad mando sobre la empresa. Es una reforma laboral que tiene mucha contestación en la calle, porque trae pareja una bajada o disminución de la influencia de los sindicatos. Estos son necesarios siempre y cuando hagan labor constructiva y no de ataque frontal al mundo de la empresa. Los sindicatos tienen que vivir, al igual que las organizaciones empresariales, por sus propios medios, hay que acabar con las «bonificaciones extrañas». El que arriesga todo su patrimonio es normal que mande en su empresa. Cuando pasen los meses iremos viendo cómo se convierte en fiabilidad, en confianza y en posibilidades de competir en un mundo global y de una competitividad sin límites.

–En Andalucía se cumplen muchos estereotipos. ¿Deberíamos dejar de mirarnos el ombligo?
–Todos tenemos que pensar qué hemos hecho mal. Los empresarios hemos pecado de ser demasiado osados, pero eso es algo intrínseco en nosotros. Añoro una Andalucía y una Sevilla en la que se impongan los valores y se acaben las presiones.

–La patronal propone que quien rechace un empleo pierda el subsidio. ¿Qué le parece?
–Medidas hay que tomar. En España hay demasiados profesionales del desempleo. Y a los empresarios que se valen de ese desempleo también hay que eliminarlos. Para hacer un país mejor tenemos que pensar en el conjunto de España. Sevilla es una magnífica capital y una gran provincia, pero repleta de vicios. Nuestras virtudes las tenemos que agrandar y los vicios los debemos desterrar. ¿Por qué el sevillano o el andaluz funciona como el mejor cuando sale de su tierra?, ¿por qué? Hace falta mano dura, porque somos tan buenos como los mejores y con más ingenio que el que más. Hay que reconducir el talento y desterrar los vicios. Eso es tarea de todos y de los políticos en especial.

–¿Cómo acogen los empresarios la medida del Estado de pagar a los proveedores?
–Es la noticia soñada, esperamos que este Plan Financiero aprobado por el Gobierno termine con la tremenda morosidad de las administraciones que ha arruinado a cientos de empresas y destruido miles de puestos de trabajo. Enhorabuena, pues, al Gobierno que toma medidas que el país demanda y que son de justicia.

–Vamos a temas más concretos de Sevilla. IKEA creará empleo pero también restará...
–La competencia es uno de los motivos del desarrollo de los territorios. Cuando llega una multinacional, no digo que la recibamos con toques de trompeta y tambor, pero no pongamos obstáculos.

–¿La Torre Pelli es futuro?
–Parar una obra que cumple todos sus requisitos crea un problema jurídico y resta fiabilidad a Sevilla. Otra cosa es que este proyecto desmesurado en altura choque con la Giralda. Pero por qué no buscar la convivencia de ambas torres. Yo hago hincapié en que el proyecto Cajasol ha de contemplar un hoy y un mañana. No podemos ser miopes, hacen falta aparcamientos, puentes y el metro para convertir la Cartuja en un centro modélico de movilidad.

–Eso requiere inversiones...
–Valencia y Bilbao han crecido de forma espectacular con el metro que a Sevilla le quitaron de las entrañas. Sevilla no puede vivir eternamente de su casco histórico, Sevilla tiene que crecer. Las radiales darían vida para muchos años. Se hacen cientos de kilómetros de metro en el mundo y si en la parte monumental de Sevilla tiene que bajar quince metros más, que lo haga, ¡pero háganlo!

–Se advierten nuevos retrasos con Fibes...
–El Ayuntamiento nos asegura que en septiembre se inaugura. Ya hay cerrados congresos para el último trimestre del año. El Ayuntamiento da de margen de seguridad tres meses desde junio.

–Locales cerrados, caída de ventas... ¿aprecia el desánimo?
–La situación es dramática. En España el IPC cierra en el 2%, en Andalucía está unas décimas por debajo y en Sevilla por debajo de Andalucía. Eso podía ser magnífico, pero el síntoma que se extrae es otro: no hay consumo. Hay pavor a gastar. El IPC demuestra que en Sevilla gastamos menos porque estamos más arruinados que el resto. Y el paro no es más desmesurado por los muchos funcionarios que tenemos, que son intocables.

DESDE LA «LIBERTAD»
«No somos un poder fáctico, pero casi»

La crisis apenas ha debilitado la estructura de la CES. «Siempre hemos sido pobres, pero muy dignos», dice orgulloso Galadí, elogiando la entrega y la profesionalidad de su docena de trabajadores, pese a que tienen los sueldos congelados desde hace tres años. «Es pintoresca la relevancia que tenemos comparada con el presupuesto que manejamos, pero eso es en parte debido a la libertad que siempre hemos tenido». La voz de la CES tiene «fuerza», desde la «independencia». «No somos un poder fáctico, pero casi», concluye.