La Haya emite una orden de arresto contra Gadafi y su hijo

AJDABIYA- El fiscal general del Tribunal Penal Internacional (TPI), Luis Moreno Ocampo, pidió ayer a esta corte que emita órdenes de arresto contra el líder libio, Muamar Gadafi, su hijo Seif al Islam y el jefe de los Servicios de Inteligencia del país, Abdula Al Sanusi, por crímenes contra la Humanidad.

Ocampo los considera los máximos responsables de la violencia ejercida contra la población libia en estos tres meses de guerra, que empezó como una revuelta pacífica el 15 de febrero, cuando los primeros ciudadanos bajaron a la calle en Bengasi para pedir libertad. El fiscal acusa precisamente a las fuerzas del régimen de Gadafi de disparar con fuego real contra los manifestantes, atacar con armamento pesado a los civiles en sus casas y en las calles e, incluso, dispararles con francotiradores. «El objetivo de Gadafi era preservar su autoridad absoluta», según Ocampo, que acusa al dictador de emplear dicho poder para cometer los crímenes, que todavía se siguen produciendo en estos momentos bajo el control «personal» del líder.

Mientras, su hijo actúa como «primer ministro de facto» de Libia y Al Sanusi como «mano derecha», ejecutando las órdenes. Al Sanusi es el cuñado de Gadafi y, como miembro de su círculo íntimo y jefe del oscuro Mujabarat, es una de las mentes que hay detrás de la represión y la persecución, incluso antes de las revueltas. Seif al Islam, 38 años y de educación occidentalizada, era considerado el reformista del régimen y la cara bonita del mismo, pero con el comienzo del conflicto mostró su verdadera naturaleza, defendiendo el uso de la fuerza y amenazando con ello a los opositores.

En Bengasi, el anuncio de Ocampo era acogido ayer con alegría, aunque lo cierto es que pocos entendían realmente su significado y sus repercusiones, ya que el paso dado por Ocampo no se traduce en medidas concretas ni inmediatas. En toda la ciudad se preguntaban qué pasará ahora: ¿será Gadafi capturado? ¿Por quién? ¿Cómo?

A salvo si están en casa
Ante todo, el TPI tiene que estudiar la petición de Ocampo y emitir los mandatos de arresto. Cuando eso ocurra, las órdenes de captura sólo pueden ser ejecutadas por los países que reconocen al Tribunal de La Haya y en su territorio, pero mientras los tres individuos permanezcan en Libia, estarán a salvo.

Ocampo dijo que las autoridades libias están obligadas a ejecutar los mandatos del TPI, pero es poco probable que éstas arresten a su propio líder, mientras el Gobierno rebelde rechazó ayer que fuerzas extranjeras –por ejemplo, las fuerzas pertenecientes a la OTAN–puedan intervenir en el país para capturarlo como se ha apuntado en alguna ocasión.

Los revolucionarios desean que el coronel Gadafi sea arrestado y juzgado en Libia, que responda ante su pueblo por los crímenes cometidos, no sólo desde el pasado febrero, sino en sus 42 años de sangrienta dictadura.

Pero antes de que eso ocurra, «Gadafi podría estar muerto», dijo el portavoz del Gobierno rebelde, Abdelhafith Guga, que vaticinó un suicidio o una muerte violenta, sin especificar a manos de quién: quizás uno de sus colaboradores, que podrían retirarle el apoyo ante la renovada presión internacional o ante un ataque selectivo de la Alianza Atlántica.