«Usar Photoshop es amoral»

-«Simplemente... periodismo»: un libro con más de 60 fotos que resumen su vida de reportero gráfico. ¿Cuál le queda por hacer?
-La que surja ahora mismo, mañana.

-Decía Borges que una foto es el tiempo detenido en un espejo...
-Bien visto. Una foto es congelar la historia. Es lo que ya nunca volverá a pasar. Haces clic y congelas ese instante.

-La verdad, a muchos de los entrevistados les importa más la foto que la entrevista. ¿Por qué será?
-Por vanidad. Hasta los feos quieren salir guapos. Creen que su imagen dice más de ellos que sus palabras.

-¿No se ha sentido nunca como un tipo que satisface vanidades?
-Me he sentido lleno de vanidad cuando alguien ha dicho: quiero que mi foto la hagas tú.

-Lo sé: ustedes siempre ligaron más que nosotros, los plumillas...
-Algunos sí, ja, ja, ja. Eso es un mito. La mujer adora la cámara más que al fotógrafo. Muchas, si pudieran, harían el amor con la cámara.

-¿Qué nos dice el Photoshop de esta sociedad?
-Significa el afán por no envejecer. Yo lo prohibiría. Es ir contra la realidad. No se puede manipular una imagen en periodismo. Es amoral.

-Ya, pero, ¿no son ustedes culpables de hacernos soñar con mujeres que no existen?
-No. La culpa no la tiene el fotógrafo, sino la tecnología punta del siglo XXI. Hasta los presidentes piden que les quiten los michelines.

-Las guerras son muy fotogénicas, ¿verdad?
-Sí, y la pobreza, y los niños, y los viejos. La miseria vende mucho.

-¿Cómo le gustaría fotografiar a Zapatero?
-Pescando truchas en un río de León.

-Un fotógrafo norteamericano ha retratado a personajes de allí sentados en la taza del retrete. ¿Se puede hacer algo así aquí?
-Sería muy difícil. Tenemos demasiado sentido del ridículo y eso ha sido siempre un obstáculo para el fotógrafo.

-Otro ha presentado una gran exposición de amágenes de cadáveres de famosos. ¿Le tienta?
-No. Es terrible. Tengo demasiado respeto por los muertos.

-¿Quién se preocupa por su imagen más que los políticos?
-Hoy todos se preocupan mucho. Hasta los futbolistas saltan al campo con tatuajes y el pelo teñido.

-Todavía no han llegado al rímel, creo.