Música
Cristina Lliso vuelve la voz
La cantante de Esclarecidos edita disco después de 14 años
Esclarecidos eran los «perros verdes» de la Movida. «Nos sentíamos poco identificados en lo musical, a excepción de Radio Futura. Y nos horrorizaba la farándula», dice Cristina Lliso, voz de aquella banda, que también lideró después otro proyecto, Lliso, y, tras 14 años sin publicar disco, edita álbum en solitario. Íntimo y sutil como marca su ADN musical. «Lo dejamos porque pensé que ya no tenía nada que contar, y no me iba a quedar amarrada a las tablas, eso es patético. Pero había más razones. El agotamiento creativo se sumaba a que yo tenía entonces tres hijos pequeños y nunca estaba en casa. Me lo perdía todo. Incluso, cuando ocurría algo, ellos pedían que llamara a su tía, que es la que me sustituía. No contaban conmigo y por eso dejé de cantar, porque esos años pasan muy deprisa y cuando te quieres dar cuenta los has perdido. Me metí de maruja, pero duré poquito», cuenta Lliso. Giro radical a su vida. «No iba a cantar nunca más», asegura. Trabajó para una publicación siguiendo las rutas del románico por pueblos imposibles, carreteras que hay que tomar a conciencia. Bichos y restaurantes vacíos. «Y una enorme belleza. Fui feliz ese tiempo, conduciendo sola, presenciando esa riqueza cultural. Era excitante. Hasta que un día me sentí terriblemente sola. Así que lo dejé», cuenta. Vinieron más cosas «que no vale la pena contar», hasta que un día, en una cena con amigos, «me ví respondiendo que sí a una pregunta que había respondido mil veces que no».
El psiquiatra en el estudio
Con sus íntimos a la mesa –«Suso, Nacho, mi hermano, que era saxofonista de Esclarecidos, y Alfonso», tomó la decisión de volver. «Me puse a escribir y las ideas iban saliendo, plasmadas en el papel. Pero había que ver primero si el resultado era interesante, si tenía calidad. Y también ¿si sería capaz de cantar?», explica. Esa respuesta se obtiene sola escuchando los cortes del nuevo álbum. «Bueno, en casa, fantástico; hasta que me pusieron un micro delante y me empecé a alterar. En el estudio te pones los auriculares y no te perdonan nada: emitía la nota y detrás toda una serie de sonidos que estaban como ardiendo en mi cabeza y que no venían a cuento (risas). Estaba tan preocupada con la armonía y quería decir tantas cosas a la vez, que me armaba un jaleo... me han pasado cosas de psiquiatra», cuenta con una pizca de autocompasión. «Pero ya me veo mejor». El disco, pausado y grave, cuenta «cosas muy serias como son el paso de los años y la manera en que reconduces tu vida después de que te han zarandeado. Un tema oscuro que no se canta haciendo gorgoritos», dice. De la electrónica no es que terminase cansada –«aunque en directo era el precipicio»–, sino que ahora prefiere cantar sobre una guitarra, y las que suenan en el disco son apenas las esenciales. «La sencillez es real, no solo aparente. Lo que hay es poco, pero tiene que estar bien. Buscábamos una forma directa de transmitir. Voz y guitarra a la que añadíamos una forma pequeña de trabajar», narra.
Sobre los discos de Esclarecidos y de Lliso, asegura que no había vuelto a escucharlos hasta hace muy poco. «Lo hice porque cuando vuelves a empezar algo nuevo te planteas: ¿de dónde estaré más cerca? ¿del principio, del medio o del final?. Creo que hemos hecho canciones que han aguantado increíblemente el tiempo. Hace catorce años y ayer escuché un tema de Lliso y me quedé embelesada. Las encuentro actuales, siguen aportando cosas que no están trilladas», dice la voz inconfundible, aunque le tiemble, cuando piensa en volver al escenario.
No al morbo
«Esclarecidos no era nuestro ‘‘modus vivendi'', por eso lo dejamos», cuenta mirando atrás. Dice que los componentes del grupo participaron de exposiciones, los primeros pases de Almodóvar, y tocaron en Rockola «porque era donde lo hacía todo el mundo». «Pero no nos identificábamos en los musical, excepto con Radio Futura». «Creo que no llegamos más allá porque no nos implicamos más. Nos espantaba estar en el morbo y aparecer en todas partes», recuerda.