Sevilla
Asenjo confía en la «gran inteligencia» del primer obispo auxiliar en 30 años
Santiago Gómez Sierra es, desde hace diez días, la respuesta a las oraciones del arzobispo, José Antonio Asenjo. La Santa Sede accede a sus peticiones de apoyo para gobernar una diócesis con unos dos millones de fieles y nombra a Santiago Gómez Sierra obispo titular de Verji –ahora Berja, en Almería– y auxiliar de Sevilla, el primero en casi 30 años.
El cardenal Carlos Amigo prescindió de esta figura durante los más de 27 años que estuvo al frente del Palacio Arzobispal y hay que remontarse al también purpurado José María Bueno Monreal para encontrar a Rafael Bellido Caro, José María Cirarda Lachiondo, Antonio Montero Moreno y Juan del Val Gallo ocupando el puesto de obispo auxiliar de la diócesis sevillana de 1957 a 1987.
Monseñor Asenjo admitió ayer que su antecesor, el cardenal Amigo, tuvo «más fuerzas que yo» al gestionar la diócesis en solitario y explicó que «desde el primer minuto me di cuenta de que necesitaba ayuda, con el objetivo de prestar un mejor servicio».
Para brindarle este apoyo, el arzobispo contará, además, con una persona que encabezaba sus propuestas, por su «gran inteligencia» y absoluta confianza. Nacido en Madridejos (Toledo) hace 53 años, Santiago Gómez Sierra fue ordenado sacerdote en 1982 en Córdoba, provincia en la que desempeñó desde entonces «un servicio loable y ejemplar a la Iglesia» y donde fue ratificado como vicario general en 2007 por el propio Juan José Asenjo, quien le encomendó en 2007 la presidencia de Cajasur.
Precisamente, esta caja de ahorros fundada por la Iglesia y la Diputación de Córdoba entró en bancarrota y tuvo que ser intervenida por el Banco de España bajo el mandato de Gómez Sierra, que se prolongó hasta que la frustrada fusión con Unicaja precipitó la subasta de la entidad y su adquisición por el grupo vasco BBK.
Monseñor Asenjo desvinculó el nombramiento de la polémica quiebra y defendió la gestión de su ahora auxiliar en Cajasur, achacando su desplome a una «profunda crisis económica» cuyas consecuencias devastadoras sobre estas instituciones ahorradoras «ninguno pudimos adivinar».
El arzobispo defendió que Gómez Sierra «trabajó hasta la extenuación y con gran rectitud en Cajasur», velando «por los trabajadores, los ciudadanos y, en tercer lugar, los intereses de la Iglesia». En su despedida de Córdoba junto a su prelado, Demetrio Fernández, el propio Gómez Sierra justificó su actuación y se mostró «dispuesto y tranquilo para responder a las responsabilidades que como presidente del consejo de administración» deba asumir; pero sin «preocupación» ante el expediente sancionador abierto por el Banco de España a 35 antiguos consejeros y cinco ex directores generales, porque no se les acusa de delito alguno.
Al margen de la controversia, el arzobispo alabó a su nuevo auxiliar incluyéndole entre sus amigos y reiterando su «extraordinaria inteligencia», que contribuirá al mejor gobierno de la diócesis. No obstante, el vicario general, Teodoro León, conservará la gestión administrativa –en su puesto de moderador de la Curia–, porque monseñor Asenjo encomendará a Gómez Sierra otro gran proyecto: la «reordenación» del sector de la educación católica sevillana.
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