Burgos

Loewe vuelve del exilio

La firma desfila en Madrid después de 14 años de pasarelas en París

La delegada madrileña, Ana Botella. El diestro Cayetano Rivera
La delegada madrileña, Ana Botella. El diestro Cayetano Riveralarazon

París no es Madrid. Madrid no es París. Para lo bueno. Y para lo malo. Por eso, el retorno de aquel que se fue para triunfar fuera se merece una acogida a lo grande. Así ocurrió anoche en la vuelta de Loewe después de 14 años desfilando entre los grandes. Allí las modelos se pasean cada temporada en la Escuela de Medicina y aquí tocaba buscar un escenario que generara ese aire a lo señora de Sarkozy. El Jardín Botánico acogió este retorno puntual al que no faltó ni Lomana. Da gusto verla envuelta en brilli-brilli después de aparcar el vestido de fallera – «he descubierto que soy una folclórica»-. Y también olerla, porque ella que sabe se perfuma con un aroma que sólo se compra junto al Sena. Madrid no es París.

Carmen era una más en la interminable lista de «vips», donde lo mismo estaba el ex presidente de la Academia de Cine Álex de la Iglesia y conquista, que Simoneta Gómez Acebo –alias «sólo hablo de Cartier»–. Pero si alguien reinó junto al Prado fue Isabel Preysler que se plantó en el jardín con el vestido en petróleo que cerró el desfile. «Le queda mejor que a la modelo», comentaba alguien al ver a una y otra. «Es que Preysler, lo lleva como si fuera suyo», apostillaban a renglón seguido. Pero Isabel no le preocupaban los halagos sino su prole. Llegó de la mano de la pequeña, Ana Boyer, que de pequeña tiene ya poco. «Tamara viene en un rato. Como ahora vive sola no podemos contar con ella para llegar juntas. Aunque viene mucho a casa, la echo mucho de menos», explicaba la matriarca que se resiste a desvelar la fecha de boda de Julio José. «Será en invierno aunque no sabemos cuándo porque tienen que buscar un hueco en el que nos puedan juntar a todos». No es fácil. De ahí que ni se le pase por la cabeza casar a Enrique con Kournikova. Tampoco pasa por vicaría Cayetano Rivera, que dejó a Eva en casa. O trabajando. Él sabrá. «Me lleváis casando ya no sé cuanto tiempo», bromeó, poco después de un desfile interminable de «celebrities», entre ellos, Ana Botella, Martina Klein, Marta Robles, Ariadne Artiles, Anne Igartiburu, Carolina Adriana Herrera –se le ha comido la lengua el gato–, Adriana Abascal –imponente–, Luis Medina... El hijo de Nati contesta lo mismo –«todo muy bien»– se le pregunte por el matrimonio de su hermano o por la Ley de Seguridad Alimentaria. Madrid no es París.

Por lo menos estuvo, porque a Nati Abascal había que imaginársela. Como a Jaime de Marichalar -si estuvo, se escondió muy mucho-, consejero delegado de la casa. Que no busquen excusas una y otro, que con Camila y Carlos tampoco estaban.


¿Dónde está Marichalar?
La colección que Stuart Vevers, director creativo de Loewe, presentó en Madrid fue la que adelantó en París en febrero. A saber: faldas de piel de potro de capricho, sabor a chocolate y a tonos ácidos en los pantones, mucho acolchado, el «patchwork» como técnica para aunar piel sobre piel y estampados que evocan las vidrieras de la catedral de Burgos. La diferencia con el pase francés fueron las piezas de caballero, con aire aviador y con el toque «casual» justo. No lo pudo comprobar Nati Abascal. Tampoco Jaime de Marichalar –si estuvo, se escondió muy mucho–, consejero delegado de la casa. Con Camila y Carlos no estaban.