Sevilla
OPINIÓN: Un Manuel (y otro)
El ominoso silencio oficial en torno a Manuel Chaves Nogales, homenajeado por primera vez en su ciudad natal siete décadas después de muerto, casa a la perfección con su condición de periodista que, como todos los dignos de tal nombre, combatió al poder en cualquiera de sus formas y odió por igual a todas las tiranías. Nunca fue carne de premio ni se habría prestado jamás a servirle de felpudo a ningún político. Tuvo la dicha de vivir en una España y una Europa desgarradas por las guerras, de acuerdo, pero en la que aún se podía ejercer el oficio sin mamar en un medio público u hocicar en algún gabinete de prensa. En estos tiempos de penumbra se habría muerto de asco, por incómodo, o con mucha suerte algún alma caritativa le habría brindado una tribuna en un diario. No sé por qué, o sí, me acuerdo ahora mismo de su tocayo Barrios, a quien tuvimos la dicha de disfrutar en La Razón hasta casi el último de sus días. Bueno, sí sé por qué. La Junta, el Ayuntamiento, la Diputación y el Cristo que los fundó a todos han coincidido en rendir tributo a un plumilla liberal e independiente. Enseguida se iban a atrever si no llevase tres cuartos de siglo bajo tierra.
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