España

Crispación inducida por Ángel del Río

La Razón
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La Cámara regional de Madrid comienza a ser la cámara de los horrores dialécticos por culpa del verbo agresivo de algunas de sus señorías. El guerracivilismo, la exhumación del pasado, el insulto y las acusaciones no son las soluciones políticas a los graves problemas actuales de la sociedad madrileña, lo que la sociedad en su conjunto reclama a sus representantes, a los que elige y paga, es para otra cosa. Me sorprende la reciente encuesta del CIS según la cual, el 27 por ciento de los españoles sitúa a los políticos entre los tres princip ales problemas de España. Corta se ha quedado la conclusión si tenemos en cuenta casos como el ocurrido ayer tarde en el Pleno de la Asamblea de Madrid, donde el portavoz del grupo del PSM, a la sazón secretario general de los socialistas madrileños, Tomás Gómez, se encaró con la bancada del grupo Popular y les despachó, sin ningún empacho de cortesía, lo siguiente: «Sus abuelos robaron la infancia de miles de españoles y ahora ustedes, sus nietos, les quieren robar la jubilación».
No es una frase desafortunada, consecuencia de un mal día, una digestión lenta o una ofuscación con Ferraz, es una dinámica que pasa con frecuencia en el Parlamento madrileño desde que se inició el curso. Frases insultantes, hirientes, que a veces manan por la boca de Gómez y otras fluyen por las de otras señorías. Volver a los abuelos, al pasado, a las dinastías, herencias, derivaciones de una contienda civil, cuando estamos en una sociedad democrática que pasó por una transición ejemplo de conciliación, es querer remover las cenizas con el ánimo de encontrar alguna brasa vieja y enquistada en la hoguera ya extinguida. No es lo que nos merecemos los madrileños de nuestros representantes, a los que se les va la fuerza de la soluciones por la boca que escupe improperios. Cuando tanto se habla de crispación en la calle, hay quien la induce en los ámbitos de representación democrática. Lamentable, bochornoso.