Cataluña
La vanidad de los antiguos monarcas
Un estudio demuestra que Pedro II se teñía el pelo y se maquillaba
BARCELONA-El estudio de los restos depositados en las tumbas reales del monasterio de Santes Creus (Tarragona) ha permitido conocer detalles de la vida cotidiana de los monarcas de la Corona de Aragón. El pasado año se puso en marcha un estudio que, promovido por el Museo de Historia de Cataluña, quería conmemorar el 850 aniversario del monasterio y que planteaba, como objetivo estratégico, el estudio de las últimas moradas de Pedro II el Grande, Jaime II el Justo y Blanca de Anjou, así como el almirante Roger de Llúria. Las conclusiones de los análisis de los restos permiten conocer nuevos y sorprendentes detalles de la vida cotidiana en la corte.
La coordinadora del proyecto, Marina Miquel, expuso ayer en la presentación que «pocas tumbas reales han sido investigadas en el mundo de manera científica, bien porque fueron destruidas o porque son inaccesibles a los investigadores por las restricciones de casas reales o gobiernos».
Enfermedades y fisonomía
Respecto al rey Pedro II el Grande, el estudio permitió señalar que fue un hombre que tenía una estatura entre 1,75 y 1,80. Su cara era alargada y un maxilar inferior más prominente que el superior. Otro detalle proviene del estudio de lo que se ha conservado de los tejidos blandos desecados. Ahora puede saberse que el monarca, tal y como expone Miquel, «sufrió una enfermedad infecciosa pulmonar, seguramente una tuberculosis, pero no necesariamente fue la causa de su muerte».
La investigación química también determinó «la presencia en los restos de pelos de la barba del rey de Apigenina Genisteina, un producto procedente de la retama y utilizado históricamente para teñir de rubio los cabellos», la misma sustancia también hallada en el pelo de la reina Blanca de Anjou, esposa de Jaime II el Justo. «Conocemos tratados antiguos de cosmética, pero no sabíamos que el rey Pedro el Grande o Blanca de Anjou se tiñeran de rubio», comentó la coordinadora del proyecto.
Sobre Blanca de Anjou, el estudio ha descubierto en el rostro de la reina restos de ácido carmínico y que muy probablemente se habrían empleado como parte de su maquillaje facial.
Tanto en el caso de Pedro II como en el de Blanca de Anjou se ha realizado una reconstrucción facial, una técnica habitual en la ciencia forense y criminalística y a la que también ha recurrido la arqueología. En el caso de la reina, se ha podido comprobar que, al igual que ocurre en muchos panteones góticos, la representación escultórica del yacente de la tumba no se puede considerar un retrato fiel de Blanca de Anjou. Pero el estudio también aclara qué enfermedades acosaron a Blanca hasta provocarle su muerte. Ella falleció tras las complicaciones de un parto, como el propio rey había escrito en documentos oficiales enviados a otros estamentos.
El análisis de ADN concretó que Pedro el Grande pertenece al linaje mitocondrial H, el tipo de ADN más frecuente en Europa en la actualidad, pero «no ha sido posible con las técnicas actuales clasificar el cromosoma Y, por lo que no se pueden identificar ascendientes ni descendientes masculinos»; mientras que sitúa a Blanca de Anjou en el halogrupo U, otro de los más comunes y antiguos de Europa. El proyecto, que no ha podido identificar el cuerpo de Roger de Llúria en su tumba, –donde reposan cuatro cuerpos– tuvo un presupuesto de 500.000 euros.
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