Feria de Bilbao
Firmeza de Jesús Fernández en el duelo de Coquillas
Las Ventas. Se lidiaron novillos de Sánchez Fabrés, las tres primeras, y Sánchez Arjona, de presentación desigual. Ásperos y correosos. El 2º, el único potable; con peligro, 3º y 6º. Pedro Carrero, de verde manzana y oro, pinchazo, bajonazo que hace guardia, media (silencio); tres pinchazos, aviso, otro pinchazo más, estocada tendida (silencio). Manuel Fernández, de carmín y oro, estocada ladeada que hace guardia, estocada trasera, aviso, siete descabellos, se echa el toro (silencio tras aviso); pinchazo hondo, estocada atravesada que hace guardia, estocada caída (silencio). Jesús Fernández, de burdeos y plata, estocada caída (vuelta al ruedo); dos pinchazos, pinchazo hondo, aviso, cuatro pinchazos más, media atravesada, descabello, segundo aviso, siete descabellos más (silencio tras dos avisos). Un quinto de entrada.
Con el tendido plagado de guiris -más aún de lo habitual en estas tardes de canícula estival- ya en plena resaca de las Jornadas Mundiales de la Juventud, y más de un sacerdote también en el tendido, Jesús Fernández se volvió a reivindicar ayer en Madrid dando una vuelta al ruedo a la muerte del tercero como premio a la firmeza y las ganas que exhibió toda la tarde en un áspero «mano a mano» de ganaderías de encaste Coquilla.
Sin duda, todo un contrapunto con sus dos compañeros de cartel. Tanto Pedro Carrero como Manuel Fernández deberían replantearse sus carreras. Siete años lleva el madrileño como novillero, cuatro acumula el sevillano y otro año duro se les avecina encima, porque ayer, en la oportunidad anhelada para poder cambiar el futuro de sus respectivas carreras no pasó nada. La más dura de las indiferencias
Carrero abrió plaza con un novillo zancudo, muy alto, que flojeó en varas, pero luego se vino arriba. Noblón, pero sin transmisión, el madrileño le pegó series y más series sin sacar nada en claro. Menos aún pudo arrebatar al cuarto, un toro muy distraído, con la cabeza alta a la salida de cada pase y mirando a todos lados salvo a su matador.
Por su parte, Manuel Fernández sorteó un precioso cárdeno nevado careto, muy castigado en varas. Fue el más potable de los Coquilla lidiados, que aun siendo manejables, demandaron una terna oficio. El de Dos Hermanas no lo vio claro abusando del pico y fuera de cacho. Además, pegó un sainete con la tizona, tan roma ayer como la de sus dos compañeros de cartel.
En el quinto, despertó Eolo, pero no el tendido. Con el viento y las primeras gotas de la tormenta asomando, Fernández completó un puñado de insípidas series en redondo antes de tirar por la calle de en medio, viendo que era una utopía que el trasteo tomara vuelo. Para colmo de males, volvió a atravesar al novillo con la espada.
Esta apatía contrastó con las ganas de Jesús Fernández que, sin tampoco enamorar con su toreo, sí derrochó ganas y tesón con su lote. Además, tuvo que lidiar con un vendaval que arreció en sus dos toros. En el de Sánchez Fabrés, que le avisó con una colada en los doblones del inicio de trasteo, incluso firmó una buena serie por el pitón derecho de mano baja y con la franela bien adelantada. Se confió con él el catalán y el cárdeno le reprendió con una fea voltereta al ser encunado sin consecuencias. Desde ese instante, el animal se orientó y el novillero sólo pudo tirar de valor y disposición, premiadas con una vuelta al ruedo.
Frente al Sánchez Arjona que cerró plaza, el más abierto de cuerna, quedó prácticamente inédito. Trató de ponersela por ambos lados, pero delante tenía un marmolillo con las fuerzas intactas, reservón, orientado y que se le iba al pecho en cuanto trataba de acoplarse con él. No estuvo certero con la espada y el novillo estuvo cerca de irse vivo al corral.
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