Crisis en el PSOE

Jugando con fuego

La Razón
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No creo en las casualidades, y menos a tres días de unas elecciones que pueden cambiar el mapa político de este país. La irrupción de ese movimiento supuestamente espontáneo llamado «¡Democracia Real, Ya!» tiene un inquietante tufillo a montaje o, cuando menos, a inducido. Las llamadas redes sociales pueden convertirse en un arma de agitación y propaganda donde es fácil manipular a mucha gente de buena fe, necesitada de ilusiones y de esperanzas. La falta de horizontes y la desesperación son el mejor caldo de cultivo para que saquen provecho aquellos que no tienen escrúpulos. Es todo un síntoma que aquellos que se encuentran a un paso de ser derrotados en toda regla en las urnas se apunten a encabezar una manifestación que ellos mismos han provocado con sus insensateces y frivolidades políticas. Ahora va a resultar que los cinco millones de parados, el frenazo brutal del consumo y la ausencia de expectativas de mejora no son, al menos en gran medida, consecuencia de la política de los gobiernos del señor Zapatero, que lleva siete años largos teniendo en sus manos la manija del poder. La maestría con la que la izquierda española es capaz de darle la vuelta a las evidencias como si se trataran de un calcetín causa escalofríos. Todo vale para alcanzar el poder y todo vale para mantenerse en él. La historia no es nueva, pero el centro derecha español se sigue dejando sorprender por la capacidad de simulación del aparato propagandístico que los socialistas –e Izquierda Unida en mucha menor medida– son capaces de desplegar. Resulta esperpéntico que Tomas Gómez hable de despachos lujosos y derecha ácrata para buscar a los culpables del paro, el mileurismo y la falta de horizontes de los jóvenes españoles. Y que José Blanco diga que es el PSOE el que puede dar soluciones a los problemas que denuncian los integrantes de este movimiento nacido el 15-M invita a la carcajada si no fuera porque estamos hablando de algo dramático. Es la vieja historia del bombero pirómano, que, desgraciadamente, sigue calando en no pocas capas de nuestra sociedad. Rajoy y los suyos pueden encontrarse el domingo por la noche con un triunfo convertido en un casi fracaso. Bastará con fabricar la cortina de humo apropiada, y en eso no hay quien pueda ganar a ZP y a su alegre muchachada. Una muchachada que, una vez más, está jugando con fuego. Sacar a la gente a la calle es relativamente fácil; el problema es volver a enviarlos a casa. Pero eso es algo que ahora mismo a la izquierda española no le importa. Ante la incapacidad de movilizar a los suyos, los socialistas están dispuestos a quemar las naves. Lo mejor es que la abstención sea tan alta que se pueda deslegitimar el éxito. Por eso Rubalcaba dice que de lo que se trata es de confiar en los amigos o dejar paso a los adversarios. O mía o muerta. Ésa es la filosofía del PSOE ahora que ve cómo su hegemonía está a punto de derrumbarse.