Literatura

Jerusalén

Prosa desde la pizarra

Mel, técnico del Betis, y Plaza, del Cajasol, ejercen también de escritores

Pepe Mel y Joan Plaza
Pepe Mel y Joan Plazalarazon

SEVILLA- Pepe Mel y Joan Plaza, además de obligación, comparten devoción. Ambos son técnicos. Uno del Betis y el otro del Cajasol. Pero también escritores. Y amigos. Fraguaron su relación en la capital (uno dirigía al Rayo y el otro al Real Madrid) y la han consolidado en Sevilla. Entonces, en 2009, el preparador catalán presentó su novela «Las mantas de Angelina» (Ediciones Sombra). Un relato que destaca «el valor de los sueños convertidos en recuerdos para protegerse de un presente gris», según su autor. Ahora, el turno es para el técnico bético. Su pasión confesa por la historia y la arqueología ha dado lugar a «El mentiroso» (Jirones de Azul), que cuenta la historia un millonario coleccionista de arte que halla unos valiosos manuscritos en Jerusalén. «Cuando uno escribe no deja de estar desnudo ante el lector. Hay parte de mí en lo que está escrito», asume Mel, que tardó un lustro en dar forma a su creación. «Nunca tuve la necesidad de que viera la luz», reconoce, si bien Petón, su agente –entre otras muchas ocupaciones–, le animó a presentarlo a la editorial y a «embarcarse en esta aventura», que para él no tiene un fin material. De hecho, tiene decidido donar los dividendos de la venta.

En circunstancias similares se desarrolló la publicación de la novela de Plaza, cuya gestación es fruto de una bella anécdota. Un compañero suyo, funcionario de prisiones como el barcelonés, trajo un día una carta de un hermano suyo escrita a su madre. En ella relataba todo lo que sentía por ella y no fue capaz de decirle. «A todos nos sorprendió la capacidad de contar cosas escritas y no habladas y decidimos escribir todos un cuento», revela. Sólo él cumplió. Con esfuerzo. Escribía en el tren, de Barcelona a Badalona, donde se inició en el baloncesto en la escuela Betsaida, fundada junto a su hermano. «Todo eso acabó en un libro que las dos primeras editoriales rechazaron. Pero no me rendí –recuerda Plaza– porque mi sueño era verlo en las librerías». Hoy está agotado y pendiente de una inminente segunda edición.

Pese a todo, Joan se considera un «pseudoescritor. No tengo la formación que me autoexijo como técnico», abunda. Y reconoce que la literatura tiene para él un efecto terapéutico: «Necesitaba una válvula de escape entre tanta tensión». Un valor regenerativo igualmente resaltado por Mel. Las letras han sido su medicina para «combatir la soledad del entrenador. Sin el fútbol no hubiera podido escribir nada, porque el estrés propio de mi trabajo te hace desconectar en casa y tener el tiempo necesario para hacer lo que te gusta», esgrime el técnico verdiblanco.

Lo que queda claro, en todo caso, es que la producción literaria de ambos protagonistas viene a dinamitar ciertos mitos creados con respecto a los profesionales del deporte. «No sabía quién era Pepe Mel ni que entrenaba al Betis. Pero me ha roto el cliché de entrenador que mastica chicle al lado de unos hombres que dan patadas a una pelota», reconocía la propia editora de la novela de Mel, Rosa García. «Podemos hacer mucho más que eso», le replicaba su cliente. «Ya no vale el estereotipo de que la gente del fútbol no sabe leer ni escribir. Cada vez hay más profesionales muy preparados y universitarios», añadía. Es cuestión de interés. De superación. «Si nuestro ejemplo sirve para incentivar a los demás, muchísimo mejor. Lo ideal sería que no fuésemos una excepción. Creo que hay muchas actividades que escoden un don, y en mi ánimo está el estimular a los que me rodean para que lo hallen», mantiene Plaza, convencido de que las inquietudes de toda persona, si ésta se lo propone, valen para «cumplir los sueños que tenga». Él y su amigo Mel ya han visto materializados los suyos. Por escrito. Para siempre.


La producción que no cesa
Acaba de ver su libro en los escaparates y ya tiene en marcha otros proyectos. Un cuento sobre el fútbol y una novela que transcurrirá en la Sevilla del siglo XVII del pintor Diego Velázquez. El gusanillo de la escritura ha picado con saña a Pepe Mel, que tampoco tiene «prisa» por culminar su otro trabajo. «A mí me paga el Betis, y espero que en el futuro lo haga bien», bromea. Sí se siente más apremiado Joan Plaza. Su editor le ha sugerido las Navidades como época perfecta para la publicación de su nueva creación, sobre la que no da pistas: «No suelo dejar a nadie impasible. Pero el mensaje siempre será positivo». El objetivo se antoja complicado, pero no desespera en absoluto. «Quiero hacer el esfuerzo de acabarla, pero también tengo el reto de equipararla a la primera. Si no es ahora, «saldrá para Sant Jordi», augura con más criterio.


Pepe Mel
Título: El mentiroso.
Editorial: Jirones de Azul.
Experiencia: Es la primera novela que publica, pero asegura que tiene tres más listas para la imprenta y que prepara un libro sobre la Sevilla de Velázquez.

Joan Plaza
Título: Las mantas de Angelina.
Editorial: Sombra.
Experiencia: Fue su primera novela traducida al español, en 2009, pero antes ya había publicado otros dos libros en catalán.