Estados Unidos
El hombre del piano por Diego MORENO
A pesar de ser un autor poco conocido en España, su importancia y su influencia en la poesía del siglo XX han sido decisivas. De hecho, se trata de uno de los autores más leídos por nuestros poetas. Sus metáforas, que son un verdadero hallazgo, resultan impresionantes (tanto que algún autor ha escrito que son las mejores y más acertadas que se han leído en la poesía de los últimos años), lo mismo que el acercamiento que hace a la naturaleza a través de su obra, muy fácil de leer, nada rebuscada. Su vertiente más surrealista resulta también bastante accesible. Yo diría que Tranströmer es un poeta al que da gusto leer y que se lee con gusto, un autor que huye de barroquismos y a que desea hablar a su lector de igual a igual. Y es esa accesibilidad, esa cercanía es la que podemos entroncar directamente con su trabajo como psicólogo en prisiones, una labor que ha ejercido tiempo atrás y que ha marcado su escritura. Trabajó con jóvenes y esa parte está contenida en su obra. Unos versos que han calado, por ejemplo, hondo en Estados Unidos, donde es el poeta más leído tras Pablo Neruda.
Vital y lleno de energía, a pesar de la discapacidad que sufre, Tomas no se amilana ante las dificultades y gusta de tocar el piano con su mano izquierda, le relaja, porque para él la música ocupa un lugar destacado en su vida. A pesar de que no pueda escribir y de que el simple hecho de contestar una entrevista le suponga varios días, sus versos poseen connotaciones sonoras de enorme belleza.
Confieso que descubrí su obra a través del primer libro que publicó la editorial Hiperión. Me impresionó y decidí acercarme a sus versos. En una editorial como la nuestra, dedicada a la obra de autores nórdicos, no podía faltar; era un nombre que tenía que estar en nuestro catálogo. Y afortunadamente así ha sido, ya que hemos publicado el 95 por ciento de su producción, con obras como «El cielo a medio hacer» y «Deshielo a medio día». Entre ambas se observa un hilo de continuidad, yo diría que las dos llegan a complementarse.
Imagino que la noticia le habrá llenado de felicidad en su casa de Estcolmo, aunque Tranströmer será un hombre desbordado, feliz, pero sepultado por un mar de felicitaciones y no porque el galardón le haya pillado de sorpresa, pues su nombre aparecía con frecuencia, casi año tras año en las quinielas. Considero que el reconocimiento a su obra es una deuda que se tenía con el autor y que, por fin, se ha saldado. Hoy es un día grande para la poesía.
Diego Moreno
Es editor de NórdicaLibros
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