Londres

«Volverá a suceder otra vez»

El humilde barrio de Tottenham, al norte de Londres, se preguntaba ayer por las causas de los graves disturbios vividos de madrugada, que algunos achacan a la crisis, la violencia de elementos radicales o a un viejo enfrentamiento con la Policía. El aspecto de este diverso y racial vecindario era desolador, con su calle principal acordonada y repleta de basura, restos de vehículos y viviendas quemadas y algunas de sus tiendas saqueadas.

Un antidisturbios observa un edificio en llamas del barrio de Tottenham, ayer
Un antidisturbios observa un edificio en llamas del barrio de Tottenham, ayerlarazon

A primera hora de la tarde del domingo,los bomberos todavía luchaban contra las llamas de una de las casas incendiadas durante los disturbios y el barrio seguía tomado y acordonado por las fuerzas del orden.

Lo que comenzó el sábado por la tarde como una reducida manifestación pacífica, en protesta por la muerte de un joven de 29 años de la zona por disparos de la Policía, desembocó en unos violentos altercados y en una batalla campal que tomó absolutamente por sorpresa a los responsables policiales. Con las primeras sombras, el barrio era una auténtica «zona de guerra» con lanzamiento de cócteles molotov y quema de edificios y vehículos, entre ellos coches patrulla, una furgoneta policial y un autobús de dos pisos. Al avanzar la noche, algunos manifestantes, muchos cubiertos con pasamontañas, quemaron un supermercado y una tienda de alfombras y saquearon comercios, cuyos escaparates destrozaron para robar televisores, teléfonos móviles o prendas de ropa que se llevaron en carritos de supermercado. Los servicios de bomberos, que no pudieron actuar a tiempo por culpa de los enfrentamientos, dan cuenta de 49 incendios en el deprimido barrio.

Los autores de los destrozos, en su mayoría adolescentes, extendieron su radio de acción hacia el norte y el oeste de la zona, especialmente a Wood Green, y recurrieron a cubos de basura para formar barricadas.

El portavoz de Scotland Yard, comandante Adrian Hanstock, describe lo ocurrido como la acción de «un pequeño grupo de vándalos descerebrados».
Ayer, bajo el ensordecedor ruido de los helicópteros, los vecinos se agrupaban en corrillos, observando todo con curiosidad y discutiendo sobre lo sucedido.

Aunque condenan la violencia contra sus comercios y sus casas, no se ponen de acuerdo sobre las causas de lo sucedido: unos culpan a la Policía y otros insisten en que no hay justificación.
«Esto es solo el principio, no va a parar aquí» comentó a Efe una vecina que asegura que la Policía tiene miedo y que esta situación «sólo se puede solucionar si sale el Ejército a la calle».

Los disturbios de esta madrugada no son una novedad en este vecindario del norte de Londres con alta tasa de paro pero no se habían repetido con esta magnitud desde 1985, cuando otra manifestación pacífica acabó con violentos enfrentamientos y la muerte de un agente.

En aquel momento la violencia se desató también por la muerte de una joven durante una redada policial y puso de manifiesto un secreto a voces: las tensiones entre la numerosa comunidad negra de la zona y las fuerzas de seguridad.

La diversidad racial de Tottenham es evidente. Subsaharianos, afrocaribeños, polacos, judíos ortodoxos, turcos e ingleses blancos se mezclan por unas destartaladas calles repletas de pequeños comercios, restaurantes de diferentes nacionalidades, polígonos industriales y talleres de reparación de coches.

Mientras observaba con indignación los restos de las viviendas afectadas, una vecina que empujaba un carrito con un niño calificaba de «repugnante» lo sucedido: «Han quemado nuestras tiendas, nuestras casas, somos pobres, muchos se van a quedar en la calle».

Los residentes de Tottenham, que es, también, una de las zonas de Londres con mayor tasa de desempleo, aprovechan para quejarse del abandono que presentan algunos bloques de viviendas de protección oficial y la falta de actividades para los más jóvenes.

«Quizá influya el ambiente de crisis económica» comentaba uno de ellos, que reconoció estar «realmente impactado» con lo sucedido. James, de 29 años, tiene otra versión de los hechos. «Es inaceptable, pero la Policía tuvo parte de la culpa».

Esa versión es compartida por Ralf, de origen caribeño y vecino del barrio desde hace 35 años que asegura que el problema se arrastra desde los años 60. «Yo trabajaba como taxista y era raro el día que la Policía no me paraba sin ninguna razón. Ahora siguen provocando a los jóvenes». Y, mientras se alejaba, Ralf murmuró: «todo esto volverá a suceder otra vez».


«No en nombre de mi hermano»
La prometida del fallecido Mark Duggan, Semone Wilson, aseguró ayer que su familia no quería que ser testigo de la violencia de este fin de semana. Acompañada por su cuñada, Shaun Hall, aseguró a Sky News que «sé que la gente está frustrada y enfadada. Nos gustaría decir que intentaran calmarse, que no lo hicieran en nombre de la vida de mi hermano. Él era un buen hombre». Según cuentan el diario «The Guardian», Wilson y sus relativos llegaron a la Comisaría de Tottenham el sábado sobre las 5 de la tarde, con otros líderes de la comunidad, para montar una vigilia y buscar respuestas. Sólo unas horas antes, ella estuvo junto a otros 13 familiares, identificando el cuerpo de Duggan. El retraso de más de 36 horas entre su muerte y el permiso para ver el cádaver no ha sido explicado por la Policía.