Feria de Bilbao
Iván Fandiño alto y claro
- Valdemorillo (Madrid). 2ª de la Feria de San Blas. Se lidiaron reses de Peñajara, y uno de Javier Gallego (2º), de buen juego salvo el 2º, complicado, el 5º premiado con la vuelta al ruedo protestada por el público. Dos tercios largos de entrada.- Fernando Robleño, de rosa y oro, estocada (oreja); media, tres descabellos (palmas).- Iván Fandiño, de malva y oro, media, seis descabellos (silencio); estocada, descabello (oreja).- Alberto Aguilar, de azul y oro, estocada trasera, aviso descabello (saludos); tres pinchazos, estocada, aviso (silencio).
Lejos quedan ya las ferias heladoras de Valdemorillo. Ayer este febrero loco nos llevó a las puertas de Madrid una tarde de calor. A secas. Calor primaveral, la primera piedra de la aventura que está por llegar, mientras las figuras se reparten el cetro en las Américas. La temporada comenzó, campanas al vuelo, interesantes Peñajaras al ruedo, más de dos tercios de entrada en los tendidos y un brillo especial en los ternos. ¿Será que se ha hecho largo el invierno? Con la triste desaparición de La Oportunidad de Vistalegre, nos acordaremos cuando en la cantera no haya canteranos, hacía tiempo que no veíamos un pitón. Si acaso en el campo, pero eso es un robo de la afición, una aspirina para recomponer la magia, el misterio de la Fiesta desde la base. Un soplo para corazón herido. Ayer Valdemorillo celebró la primera corrida de toros con dos madrileños y un vasco, Iván Fandiño, que dejó la faena más clara, más limpia, reposada y continua de todo el festejo. Para corromper llegó la polémica al premiar el presidente al toro con una vuelta al ruedo. Protesta tan evidente que los propios mulilleros querían acortar el premio, ese viaje en el redondel que debe guardarse para cuando los honores son honores de verdad. Fandiño y ese quinto formaron un buen equipo. Sin pérdidas de tiempo, sin pasos en falso. Con un toreo suave, encaminado a la plasticidad. Desde los albores compuso Fandiño el toreo por naturales y el toro resultó un gran colaborador, siempre humillado esperaba el siguiente toque. La nobleza fue el aval sobre el que construyó el diestro una faena que mantuvo el interés de principio a fin.
Otra cosita se había llevado con el segundo de Gallego, que se metía por dentro y quedaba corto. No se cansaba de embestir, pero así era muy difícil.
Alberto Aguilar anduvo muy por encima del tercero, un toro que se entregó en las primeras tandas pero que acabó rajándose. El resto del encierro tuvo que torear, toros con matices, exigentes, pero que respondían en la muleta. Así Robleño alcanzó los mejores momentos cuando atacó al primero y lo llevó por abajo. Hubo altibajos también con el boyante cuarto, con guasa por el zurdo, y la faena quedó discreta. Tiró Aguilar de oficio en el sexto. Y se acabó la tarde. Alto y claro quiso decirlo Fandiño con un toreo reposado: la temporada ha comenzado.
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