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Amada aspirina por Paloma PEDRERO

Amada aspirina, por Paloma PEDRERO
Amada aspirina, por Paloma PEDREROlarazon

Por fin te reconocen sin reservas. Mira, un estudio de científicos de la Universidad de Oxford publicado en la revista médica «The Lancet »indica que tomar diariamente 75 miligramos de aspirina durante cinco años reduce en un 25 por ciento el riesgo de enfermar de algunos cánceres y en un tercio las muertes por esa causa. Lo del corazón ya estaba claro desde hace tiempo, tomarte en pequeñas dosis ayuda a que no se bloquee nuestro órgano rey. O sea, que según este estudio serio donde los haya, tú, aspirina, podrías salvar miles de vidas. Yo ya lo sabía, a mí me has salvado de muchas zozobras desde hace años. Una vez, desde el ABC, te dediqué una loa muy sentida titulada «Blanca y radiante» y que decía entre otras cosas: «Con solo metértela en la boca se derrite, se esconde en sus recovecos hasta empezar el viaje por tu cuerpo, hasta llegar al punto misterioso y exacto del dolor». Los que la conocemos a fondo sabemos de lo que es capaz esa perla blanca. Porque la aspirina cura sobre todo los dolores invisibles. Ese dolor abstracto que parece que es pero no está claro. Ese parece que estoy cansado, parece que hoy no soporto a mi pareja, parece que me está dando toquecitos una muela, parece que estoy a punto de cometer una tontería, parece que me voy a resfriar, parece que hoy no aguanto la vida... Es ante este tipo de sensaciones cuando hay que tomarse una aspirina. Porque ella alivia los dolores que, como la duda, son inquietantes, traidores, inciertos. La aspirina entonces como un beso entra, busca el lugar sensible que tú no puedes descifrar, lo encuentra y lo ama.
Yo escucho a mi cuerpo más que a los médicos. Porque cada cuerpo es único y nadie puede conocerlo mejor que su dueño. Porque, cuando todavía no estamos muy marcados por cirugías o tratamientos, él se manifiesta ante caricias o agresiones. Y se queja cuando lo maltratamos con sustancias no gratas. Así que, amada aspirina, agradezco a tu descubridor Félix Hoffman el haberte encontrado. Invento feliz, como su nombre.