Japón
CRÍTICA DE CINE / «13 asesinos»: Los últimos samurais
Dirección: Takashi Miike. Guión: Dansuke Tegan. Intérpretes: Koji Yakusho, Takayuki Yamada, Yusuke Iseya. Japón, 2010. Duración: 126 minutos. Acción.
Takashi Miike atempera su genio y se pone el disfraz de clásico. La sobriedad de «13 asesinos», no exenta de baños de sangre, es un tributo a una manera de hacer cine que ha pasado a mejor vida. Miike juega a ser anacrónico: si la figura del samurái define la tarea del héroe en la milenaria cultura japonesa, el director de «Audition» quiere rendirle homenaje hablando su mismo idioma, adoptando su código de honor, llevando hasta las últimas consecuencias su repentino amor por la tradición. Lo que puede parecer un sabio ejercicio de estilo se transforma en la restitución de un género, el «chanbara» o cine de samuráis, que ha perdido su pedigrí al ser sometido a los mandatos del digital.
La película es tremendamente simple, y al esquematismo de su trama –un samurái retirado recluta a doce compañeros de fatigas para acabar con la crueldad de Lord Naritsugu y su ejército personal– le corresponde la transparencia de la puesta en escena de Miike, que se toma su tiempo para diseñar el árbol genealógico que sustenta el relato para después derribarlo de un golpe de espada. El largo clímax que enfrenta a buenos y malos es, huelga decirlo, una lección de cine.
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