Castilla y León

Expertos en sismología descartan que se produzca en Garoña un terremoto

El jefe de Geofísica del Instituto Geográfico Nacional asegura que «no es una zona de riesgo para la población burgalesa».

Varias personas en las inmediaciones de la central de Garoña
Varias personas en las inmediaciones de la central de Garoñalarazon

Burgos- La provincia de Burgos es una de las zonas con menor actividad sísmica de todo el país. La tierra ha temblado en una decena de ocasiones en los últimos cien años y en su mayoría el movimiento ha pasado desapercibido por la población. los terremotos nunca han superado el grado cinco en la escala Ritcher, por lo que los expertos consideran que «es más que improbable» que en la central nuclear de Santa María de Garoña pueda suceder algo similar a lo ocurrido en la central japonesa de Fukushima.
Si bien es cierto que el norte de la provincia es una de las zonas con mayor actividad sísmica de todo el territorio burgalés, la provincia pasa más que desapercibida en las estadísticas nacionales. «Burgos nunca ha registrado terremotos de importancia y no es una zona de riesgo por lo que la población puede estar más que tranquila», explicó a la Agencia Ical el jefe de Geofísica del Instituto Geográfico Nacional, José Manuel Martínez Solares.
Tan sólo dos terremotos llenaron las páginas de los medios nacionales desde que se cuenta con medios que registren este tipo de fenómenos naturales. La primera vez que la tierra tembló con virulencia fue el 2 de octubre de 1939, en la localidad de Villarcayo, cuando un terremoto de 4,3 grados en la escala Ritcher hizo salir a los vecinos de sus casas. Tendrían que pasar 17 años para que se produjera otro movimiento similar. Fue en mayo de 1966, cuando un terremoto de 3,4 grados, en el que el epicentro de situó a cinco kilómetros de profundidad, provocó que los vecinos de Huerta de Abajo, en las inmediaciones de la Sierra de Neila, tuvieran que arreglar sus casas, afectadas por las grietas.
Durante los años 80, la tierra tembló en cuatro ocasiones. La más llamativa fue en 1987, cuando un seísmo de 3,9 grados en la escala Ritcher quiso hacerse sentir en la localidad de Pedrosa de Valdeporres. Ya en la década de los 90, la actividad se relajó, si bien se registró un movimiento en el Condado de Treviño de 2,9 grados en 1991.
El siglo XXI tampoco trajo consigo movimientos de importancia, el último se produjo en pasado 13 de junio de 2010.


Prácticamente, imposible
El Valle de Tobalina, zona en la que desde hace 40 años se ubica la central nuclear gemela de Fukushima, no ha registrado nunca un movimiento sísmico de importancia. «No hay datos que demuestren que esa zona corra peligro por lo que la población puede estar tranquila», dice Martínez Solares. Asimismo, los expertos desaprueban la posibilidad de que en las tierras burgalesa pueda producirse un tsunami, el verdadero causante del daño que sufrieron los reactores de la central. «Podemos decir que existe casi la misma posibilidad de que caiga un meteorito en la central de que se produzca un terremoto de ocho grados», sentencia.