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Túnez no es modelo

La Razón
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La rebelión ocurrida en Túnez es la primera que ha tenido éxito en el mundo árabe y pone en evidencia la endeblez del sistema de dominio establecido por los sátrapas de esos países. En cuanto la Policía se ha visto obligada a dejar de tirar a matar por las presiones de las democracias externas, la dictadura ha caído y el tirano no ha tenido más remedio que abandonar el país. Claro está que su mujer, la peluquera, había conseguido sacar fuera una tonelada y media de oro, lo que les asegura un exilio dorado; sin ánimo de caricaturizar con oro y dorado el drama que viven muchos tunecinos.

El siguiente interrogante es conocer el futuro del mundo árabe, incierto si tenemos en cuenta la realidad de los vecinos de Túnez. Ahí está Egipto, donde fanáticos musulmanes se empeñaron en hacer mártires de los cristianos coptos; Sudán, donde con suerte los cristianos del sur lograrán independizarse de los intolerantes musulmanes del norte; y Maauritania, donde Al Qaida campa a sus anchas. Por no hablar de Somalia u otras naciones, en las que la democracia resulta inviable. Esto significa que la luz al final del túnel para los países árabes que algunos habían percibido con los sucesos de Túnez es sólo un espejismo, porque ningún otro Estado de la región árabe imitará a los tunecinos en su afán por librarse de un dictador que vive rodeado de lujo mientas los habitantes de su país no pueden soportar la crisis económica ni la corrupción.