«Johnny English returns»: Espía como puedas

Johnny English y el inspector Clouseau no son hermanos de sangre, pero casi: ambos están convencidos de su profesio- nalidad mientras el resto del mundo sufre escandalizado su torpeza. El efecto cómico de ambos personajes nace precisamente de su falta de conciencia de sí mismos, y del choque continuo que se produce entre su ineptitud y una realidad que los rechaza. English es, además, una parodia de Bond, y Rowan Atkinson, que, desde «Blackadder» y «Mr. Bean», se ha preocupado de poner en la picota los arquetipos de lo británico, construye al personaje teniendo en cuenta el sentido del humor de sus cómicos de referencia: su lucha a muerte con una abuela inofensiva y con la mismísima Reina Madre, a las que ha confundido con una asesina a sueldo, haría palidecer de envidia al mismísimo Peter Sellers. El problema es que no todos los gags están a la altura, y que a veces su vulgaridad –ver el lamentable prólogo tibetano– no casa con el talento de Atkinson. Comparada con el original, al menos esta secuela se esfuerza por contar una historia, pero lo cierto es que la arritmia del clímax final y la rigidez de algunos secundarios (sobre todo de Gillian Anderson, que quiere imitar sin éxito a la Judi Dench de los Bond de Brosnan) demuestran que Mr. Bean sigue sin calar hondo lejos de las ondas catódicas.