Laporta el catalanista prefiere el champán

Por entonces, el flamante presidente del F. C. Barcelona, se repartía entre fiesta y fiesta al son de las victorias de su equipo. Una de esas noches, y tras ganar al Real Madrid, Laporta descorchaba en la mítica discoteca Luz de Gas una botella de Mumm (a unos cien euros la unidad). Y de seguro no debió ser la única. Las burbujas surtieron efecto, porque acabó bailando la conga. Entonces llevaba un traje y corbata algo más disimulador de la curva de la felicidad que ha mostrado sin tapujos ahora en bañador. Incluso completó el «look» colgándose a la altura de la «barriguita» una cámara de fotos para inmortalizar la juerga marítima.
Ha llamado mucho la atención el sensible aumento de peso que ha experimentado el parlamentario independentista, que siempre se había caracterizado por un físico envidiable. De hecho, cuando entró en política se especuló con la posibilidad de que su cara hubiera sucumbido al «milagroso» botox. No se percibía, ya casi llegando a la cincuentena, ni rastro de arrugas.
Pero parece que no todo son fiestas para el regidor en el Ayuntamiento de la Ciudad Condal. Laporta, que goza de un bolsillo holgado, compró hace ya un tiempo un superático en la Diagonal de Barcelona por el que desembolsó la friolera de 2,6 millones de euros. Eran años de bonanza, pero la crisis también ha hecho mella en él. Ahora lo vende por un precio inferior. Otra víctima de la burbuja... inmobiliaria en este caso.

El donjuán que arrasaba entre las mujeres
Siempre ha tenido éxito con las mujeres, pero también le han traído más de un quebradero de cabeza. Una brasileña, Flavia Massoli acabó denunciándole por despedirla cuando él era presidente del Barça. Se habló de que habían mantenido una relación. Laporta, además, se separó de la madre de sus hijos, pero parece que ahora disfruta en compañía de Sana, de 23 años.