Barcelona
«Muchos catalanes nos sentimos españoles»
Personas de todos los perfiles acuden hoy a la manifestación a favor de la unidad de España. Defienden el pluralismo y un sentimiento que «vivimos desde muchas generaciones»
Barcelona- Personas de todos los perfiles y variadas ideologías salen hoy a la calle para mostrar su rechazo a la independencia de Cataluña y todos coinciden en algo: son catalanes pero también se sienten españoles. «Yo participo en la manifestación porque me siento catalana y española y quiero que se vea que en Cataluña hay gente que piensa diferente, que hay más opiniones, y a ver si así el gobierno de Cataluña recapacita y se plantea si la independencia es realmente la voluntad de los catalanes», señala Miriam Rocabert, ama de casa de 56 años.
Eva Fuster, profesora de infantil de 39 años, asegura que «personalmente siempre he creído en la diversidad, la cual nos enriquece enormemente; tiene que haber respeto y tolerancia, sin que nadie imponga su ideología». José Ignacio Brugueras, un abogado barcelonés de 70 años, sentencia: «Mis sentimientos son muy claros: soy catalán, de 40 generaciones y siempre digo que me siento muy orgulloso de ser un español nacido en Barcelona y habitante en esta ciudad». Brugueras explica que «aunque seamos pocos, será un éxito comparada con la del 11-S, que contaba con la bendición de los partidos políticos, de la Generalitat, de TV3 y de "La Vanguardia", que se erigió en coorganizadora de la manifestación».
Annie Martínez, parada de 37 años, también apuesta por la diversidad catalana y señala que «somos parte de la Cataluña actual, plural y tolerante, cívica. Lo mejor de nuestra tierra, Cataluña, es nuestra pluralidad de culturas porque somos bilingües». «Mi corazón es catalán y español», destaca Martínez, quien dice no sentirse en libertad para poder expresar sus sentimientos al respecto. «Si dices que te sientes española creen que eres fascista y no me identifico para nada con ningún tipo de radicalismo», critica.
Natalia Castillo también defiende el pluralismo y asegura «sentirse catalana, pero también española». «Me enorgullezco cuando me hablan de la Costa Brava y de las tierras del Delta del Ebre, pero también cuando me hablan de Mallorca, Galicia y la Rioja», destaca Castillo, quien denuncia que «la sociedad catalana está siendo dividida entre los que quieren independencia y los que no la quieren». «¿No hay un término medio?, ¿no puedo ser catalana y formar parte de España», se pregunta para a continuación poner un ejemplo de convivencia y tolerancia. «Hace unos días mi hija de tres años jugaba con una niña de cuatro años en el parque. Mi hija hablaba castellano y la otra niña catalán, ninguna de las dos se sintió ofendida, ninguna de las dos pensó que la otra era independentista o facha, simplemente pasaron un buen rato jugando», explica, antes de añadir que «ir a la manifestación es mi manera de no cerrar las puertas a las futuras generaciones». Para el empresario Pablo Vilá «es casi un deber demostrar nuestro posicionamiento» e ir a la manifestación.
La independencia, una lacra
El sentir general es que éste no es momento de plantear la independencia y consideran que ésta sólo puede ser un perjuicio para Cataluña. Muy explícitas son las consideraciones de Brugueras. «Soy contrario a la independencia porque Cataluña nunca ha sido un país independiente. Por esa misma regla de tres, podríamos exigir la independencia de Sarrià-Sant Gervasi», ironiza antes de apropiarse de la frase de Cambó «Cataluña ha de ser el motor de España» para recordar que «hace 35 años lo éramos, pero ahora, después de muchos años de ideas nacionalistas, nos hemos convertido en el furgón de cola».
El abogado asegura que «el independentismo ya nos está afectando» y para argumentar su sentencia pone como ejemplo el caso canadiense. «Montreal era la capital económica y financiera del país, y Toronto una pequeña ciudad de un millón y medio de habitantes. Después de dos referédums proindependencia, Montreal ha perdido el 80 por ciento de las industrias allí instaladas y ha descendido su población, y, en cambio, Toronto tiene siete millones y medio de habitantes y prácticamente controla todas las finanzas y la industria de Canadá».
En la misma línea, Eva Fuster afirma que «se está aprovechando la situación de crisis para fomentar la independencia y no es el momento», una opinión que comparte Miriam Rocabert. «No se puede achacar al resto de España los problemas que vive Cataluña, sino a otros muchos factores, entre ellos la crisis y la mala gestión de todas las administraciones», destaca Rocabert, quien además asegura que «aunque muchos digan lo contrario, con la independencia vamos a perder en todos los ámbitos, incluso el económico».
Annie Martínez añade que «no nos explican las consecuencias de la independencia», como la salida de la Unión Europea. Para Pablo Vilá, «en el mundo de la empresa sería un drama» la indepedencia y añade que los políticos deberían estar centrados «en el desarrollo económico y social». «Ahora se hace indispensable más que nunca que los políticos sean verdaderos estadistas y dejen sus intereses al margen», sentencia. Hoy saldrán a la calle para expresar que son catalanes y españoles.
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