Europa

Marsella

España es parte de la solución por José María Marco

Comienza una semana vital para el futuro del euro, de Europa y, por ende, para España y su presidente in péctore, Mariano Rajoy, que tratará de devolver a nuestro país al centro político del continente

«España no saldrá de ésta si no lo hace reforzada, con su prestigio restaurado y con capacidad de decidir»
«España no saldrá de ésta si no lo hace reforzada, con su prestigio restaurado y con capacidad de decidir»larazon

Hace pocos días, el ministro de Asuntos Exteriores de Polonia comentó en Berlín que «empieza a temer menos el poder de Berlín que su inactividad». La frase, que ha sido celebrada como un rasgo de humor, indica hasta qué punto una parte de la opinión de los países europeos ha dejado de tener ningún pudor a la hora de proclamar su dependencia de Alemania… y echarles la culpa a los alemanes, y más concretamente a la «conservadora» Angela Merkel, de la falta de soluciones a la crisis de la deuda.

Una de las salidas que más se han preconizado en estas últimas semanas es, efectivamente, la de que Berlín extienda un cheque en blanco, vía eurobonos o Banco Europeo, para que los gobiernos europeos hagan frente a los mercados. Así podrían seguir endeudándose a costa de Alemania, que en los últimos años ha adoptado medidas de austeridad y flexibilidad que los demás no han tomado. Como es natural, y como deberíamos agradecerles, Angela Merkel y los alemanes se han negado a esta salida en falso. No haría más que dilatar el problema. Sarkozy, con sus grandilocuentes declaraciones acerca de la nueva fundación de Europa, ha acabado aceptando la realidad.

Otra posible salida es la ruptura de la zona euro. Como es natural, y en vista de los costes que esto tendría, nadie quiere oír hablar de esta posibilidad. Queda una tercera vía, que es la que Berlín, con los franceses a su lado, va a proponer en el Consejo Europeo del 9 de diciembre. Se trata de una unión fiscal más estrecha que imponga, como seguramente se tenía que haber hecho desde el principio del euro, una mayor disciplina en el déficit y en la deuda. Las fórmulas disponibles son variadas. En vista de la gravedad de la situación a la que nos han conducido unas políticas insostenibles e irresponsables, lo importante es no aplazar más tiempo las reformas necesarias para que, a cambio de los compromisos por parte de los países endeudados, el Banco Central Europeo, respaldado por Alemania, permita la vuelta del crédito.

Como nos gusta el dramatismo, se habla mucho de la nueva Europa de dos velocidades, de los países excluidos y de los privilegiados. Para los españoles, la perspectiva es más sencilla. Como en 1996, cuando se tomaron las medidas que llevaron a nuestra entrada en la primera fase del euro, de lo que se trata ahora es de que nuestro país no se quede entre las economías que dejen de tener acceso al crédito. Para eso, el nuevo gobierno tendrá que tomar las medidas necesarias de austeridad y de contención del gasto. Rajoy y su equipo saben mejor que nadie que los mercados dejarán de desconfiar en España en cuanto no tengamos que recurrir a la deuda para pagar nuestro gasto corriente.

Ésa es la política que nos devolverá otra vez al centro de Europa y al núcleo decisorio, que es donde España tiene que estar. El Partido Popular Europeo, que se reúne en Marsella justo antes del Consejo de Bruselas, tiene previsto adoptar una posición común para afrontar las dificultades. No tiene pretexto alguno para no hacerlo. Lo mismo ocurre con el inminente gobierno del Partido Popular en España. Como también sabe Rajoy, el respaldo recibido le permite no sólo decir la verdad, como tantas veces ha manifestado que va a hacer, sino también proponer algo más que superar la crisis. España, potencia económica de primera categoría, no saldrá de ésta si no sale reforzada, con su prestigio restaurado y con capacidad de decidir, aquí y en la Unión Europea.

Los españoles tienen que saber con claridad lo que está en juego, los costes reales de quedarnos al margen del núcleo decisorio de la nueva UE y los beneficios –y las responsabilidades– que tendremos si sabemos estar a la altura. Los casi ocho años de socialismo han servido para volver a infantilizarnos, hacernos más flojos y más dependientes. Al cabo de este tiempo, tenemos que andar pidiendo a Alemania –en tono reivindicativo, eso sí, para disimular– el dinero que no sabemos producir nosotros mismos. Ha llegado la hora de volver a la edad adulta.


Mariano Rajoy:
«Queremos ser grandes, también, dentro de nuestro más amplio espacio de integración: la Unión Europea. Hoy más que nunca nuestro destino se juega en y con Europa. La voz española tiene que volver a ser respetada en Bruselas, en Fráncfort y allá donde se jueguen nuestros intereses. Seremos el más leal, pero también el más exigente de los socios. Seremos el más cumplidor y el más vigilante. Dejaremos de ser un problema, para volver a formar parte de la solución». 20-Noviembre-2011