Literatura
Tradiciones
Convendrán ustedes conmigo en que apelando a la tradición se intenta justificar cualquier cosa. Desde el burka a tirar una cabra de un campanario, pasando por asuntos tan infames como la ablación, se suelen presentar por sus defensores como costumbres ancestrales en las que nadie ajeno debería inmiscuirse. Ahora nos hemos enterado de que a unos jueces del más alto tribunal norteamericano les parece aceptable que la gente vaya a todas partes armada. Es una costumbre americana, han dicho, y en efecto los telediarios, ilustrando la noticia, han mostrado imágenes de respetables señoras y caballeros paseando o comiendo hamburguesas mientras dejaban ver por entre los pliegues de la camisa un pistolón, igual que algunas chicas modernas enseñan el cordelito del tanga.
Pero no todas las tradiciones son conflictivas. Borges llamaba tradición escandinava al hecho de que nunca le dieran el Nobel. Y aquí, país el nuestro muy tradicional, acuñamos eso de lo que no es tradición es plagio. Seguramente imbuido de este espíritu, un juez de Getafe ha decidido examinar a los candidatos a obtener la nacionalidad española, a ver si están suficientemente puestos en nuestras tradiciones. Preguntar por cómo se hace una tortilla de patatas me parece correcto, hasta necesario. Pero hacerles citar tres poetas de la posguerra… así no sólo no va a haber nuevas nacionalizaciones, sino que nos pueden retirar el DNI al menos a treinta de los cuarenta millones de españoles. Incluidos varias docenas de los que hoy se sientan en el Congreso de Diputados.
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